martes, 28 de mayo de 2019

¿Una Coca Cola?

"Me quedo con quién me trae paz cuando estoy en guerra conmigo"

Me siento libre de cargas, de preocupaciones, de dolores de cabeza o de tripa, de problemas cuando quedo con él. Me reinicia la vida. Es paz, son olas del mar cantándome al oído frente a un atardecer. Sostiene mi mano desde hace quince años, y no hace fata que me diga más. Se queda, a mi lado, hoy, mañana, cuando se desespera conmigo, pasado, cuando se cabrea, cuando me mira, cuando me escucha, siempre... Siempre me agarra de la mano. Anulando mi miedo al contacto físico. Juega con mis dedos. Y me mira, mira mis manos, y vuelve a mirarme. Es un momento de los dos, que nadie entiende y por eso es tan mágico. Con él, me evado. Me río. Me desafía. Todo lo que dice tiene un sentido. Y los cazo.

¿Una Coca Cola? ¡Y dos! Responde. El tiempo vuela, y necesitamos más. Somos intensos. Muy intensos. Cuando estamos bien, estamos muy bien, demasiado bien. Tan bien, que a veces consigue nublarme como puede estar pasando ahora. Y cuando estamos mal, somos dos bombas en explosión, porque si yo no me callo, él menos, porque si yo le contesto, él más. Y si yo soy diva, aquí el amigo, no se queda atrás.

Pero con él, a pesar de que discutimos, y mucho, que hemos  pasado temporadas de estar a punto de mandarnos a la mierda, que nuestra relación se ha resentido bastante... Nos hemos hecho más fuerte, y hemos conseguido unirnos más si cabe. Sé que con él discuta, me pegue o nos retemos y alguno caiga KO en el ring, nunca le voy a perder. Eso... Para mí, es una tranquilidad absoluta. Saber que si le llamo está, que si me quedo tirada en Madrid y no sé cómo volver, está. Que si se me rompe una uña, también está. Es que es genial. Esta seguridad de que no sufriré de abandono, que ya la tengo con mis amigas, con él ya os digo que es precioso. Es una maravilla, es una relación de exclusividad total, de la que siempre hablo. De amistad sí, pero sé que lo que yo recibo, ese cuidado, ese cariño, no lo recibe nadie más. Un poco más y me mete en una burbuja para que no me pase nada.

Lo que le quiero es infinito. Inefable. Pasan los años y me asombro porque cada día le quiero más, y a este no le dejo escapar de mi vida. No, señor, aquí no hay orgullos ni divas, aquí sólo hay amor y amistad de la buena, de la que pocos conocen y entienden, de la que poco han escuchado hablar. Y ayer fue especial, porque le miré y solo podía pensar... ¡Qué suerte!

Patricia Izquierdo Díaz


domingo, 26 de mayo de 2019

Una noche en el hospital

Sabía que el deporte no era para mí. Que el volver a obsesionarme con bajar kilos no era bueno. Que no sé llevar este tema. 

Sobre las diez salí a correr, y no duré mucho cuando mi cuerpo petó. Llevaba todo el día haciendo ejercicio. Y no he sabido frenar. Tanto el ejercicio como la comida me provoca obsesión.

Llevo varias semanas mirándome al espejo y aún no estoy como yo quiero estar. Necesito más trabajo. También se me ha juntado con que se ha convertido en mi nueva vía de escape. Y tengo una vida llena de estrés y problemas. Sólo ha bastado uno para hacerme explotar.

Escribo porque es lo único que sé hacer para no aburrirme. Análisis, pruebas, enfermeras de un lado para otro. Y yo aquí en una camilla, esperando que me digan que puedo volver a casa. Pero no. Aún no. Creo que hemos abierto el cajón de mierda que hace años cerré. Creo que vuelvo a tener 19 años. Sólo que esta vez no es por un chico.

Autoengañarse a uno mismo... Nunca sale bien.

Patricia Izquierdo Díaz

Soy

Se necesita coraje para aguantarme pero si puedes, también te regalo el alma.

Soy sensible. Capaz de estar ofendida y con la cara larga durante horas, pero admito que basta una palabra dulce para que me vuelva la sonrisa.

Soy orgullosa. Puedo hacer que la gente llegue a la exasperación y apelar a lo que sea para no bajar la cabeza. Pero cuando me equivoco y pido disculpas, lo hago con el corazón.

Soy vengativa. Pero no en el verdadero sentido de la palabra. Prefiero ignorar y si la persona es capaz de percibir mi indiferencia para mí es una forma de venganza.

Soy celosa. O tal vez sea mejor decir posesiva. Pero sufro en silencio. Me regalo a mí misma cuando amo a una persona. No exijo que sea de mi propiedad. Pero me gusta ocupar un lugar especial en su corazón. Y sentir correspondido mi afecto.

Soy testaruda. Tanto, hago todo lo posible por tener razón y hago todo lo posible para conseguir lo que quiero. Soy capaz de sacar uñas y a menudo me rasguño sola. Pero soy fuerte. Me curo rápido.

Y no soy hipócrita. No es cierto que doy 100 a quien me da 100. Al máximo doy el 80. Mejor no invertir todos mis recursos en la gente. Que al final, por desgracia, siempre decepcionan de alguna manera.

Soy sensible. Que gran error. Que gran defecto. Me hace vulnerable a pesar de la coraza dentro de la que me he refugiado.


Ha llegado un domingo más

Un domingo de ir al cine. Pero que no sea un megaestreno. Una peli de serie B, en versión original, con el cine todo para nosotros.
De buscar en el periódico dónde hay un concierto en una sala pequeña para disfrutarlo con unas Estrellas en la mano.
Un domingo de leer juntos, desnudos en la cama, con los pies en la pared. Tú con un libro de poesía y yo con una novela de misterio.
De poner cualquier documental raro en Netflix. De hacer una tortilla en la cocina con todos los ingredientes que sobran en la nevera.
De ir junto al mar, encima de nuestra roca favorita, donde las olas casi alcanzan el atardecer mientras nos besamos.
Es un domingo que podría ser cualquier día de la semana.



Para ser otra cosa

Con el paso del tiempo, la vida, tan lista cuando quiere, hace solita un proceso de selección.
Todos los que tienen que quedarse a tu lado se quedan. Y a los que no tenían nada que aportar los deja ir.
La vida ya no es tan fácil como cuando no había horarios, ni casi obligaciones. Cuando las tonterías ocupaban nuestras preocupaciones y el próximo beso lo era todo.
Vivimos en una espiral de no parar, sin casi tiempo para nada más.
Descubrimos quién está aunque no esté. Quién tiene cinco minutos. Quién aparece cuando más hace falta.
Quién está en las malas, en las buenas y, por supuesto, en las peores.
Quién sabe lo que te pasa, aunque no lo digas, porque lo mira en tus ojos.
Quién te abraza cuando las cosas no salen como deberían.
Quien aparece con un pack de cervezas y un abridor.
Y te abre la nevera.
Quién te dice que esa canción habla de ti.
La amistad pasa a ser otra cosa. Pasa a ser mucho más que eso.

Amigo invisible

¡Qué vergüenza me da escribir esto! 

¡Vamos allá! Señor Jorge. Gracias por haber entrado en mi vida tras un accidente de autobús subiendo desde el Parterre mientras íbamos al instituto. ¡No ha llovido ni nada! Nunca he escrito sobre ti. Pero hoy te toca. Llevamos diez años juntos, creo que ya va siendo hora.

Hemos pasado muchas cosas juntos. Ha habido rechazos de todo tipo (que los míos, te los guardo, te vas a cagar). Pero siempre me has demostrado que estás, que estás para reírme contigo como con nadie. Que puedo meterme contigo, porque tú ya respondes, ¡estás muy subidito por cierto! Pero eso me hacer reír.

Voy a irme a los inicios de todo. Justo después del accidente de autobús. Tengo que hacer memoria. Tras ese día empezamos a hablar, y creo que no hemos parado hasta ahora. Como ya he dicho, hemos tenido, quizás, un par de temporadas sin saber el uno del otro. Pero nos ha dado igual, porque hemos vuelto, siempre lo hacemos y además, como si nada hubiera pasado, como si anoche te hubiera dicho que descansaras. Eso es una amistad y lo demás es tontería.

Te tragaste en el instituto toda la historia de Sergio, los problemas que llegaron después, miles de problemas  y momentos en los que me sentí muy sola, pero por las noches siempre tenía a alguien ahí para hablar, llamándome abuela porque como mucho duraba despierta hasta las once. Siempre lo he dicho de ti, tienes un corazón de oro "amigo invisible" porque es más difícil verte que al de los 4 fantásticos. Pero siempre estás, y con eso me quedo.

Compartimos gustos, compartimos muchas opiniones, planes de futuro... Somos muy parecidos, dentro de que vivimos en momentos muy distintos. Yo sigo estudiando y tú recorriendo mundo (eso me hace odiarte bastante). Pero nuestros caminos se van a encontrar. ¡No lo dudes! El día 4 de agosto del... 2022. Eso está firmado desde el instituto. Te espero en el altar. ¡Soy la que va de blanco!

Llevamos con la tontería años, pero, lo siento, a este paso acabarás conmigo porque no encuentro a nadie lo suficiente valiente para quedarse a mi lado cuando soy una bomba en expansión. Sin embargo, tú te quedas ahí. Aplacando a la fiera. ¿Eso lo da el rugby? No me tienes miedo, pero sí respeto, y eso es algo que se nota en cualquier relación. Mi cariño es infinito por ti, ya lo sabes. Y creo que de marido me quedarías bien... ¿Qué tendréis los rubios? Enseñaremos a nuestros peques quién es Thor, y todos sus amigos de Marvel. Y quedaremos genial en una foto. 

Porque ya quedamos genial juntos (sino me crees, mira la foto). Te quiero, super amigo.

P.D. Seguiré buscando la forma más bonita para pedirte tu mano. Y te lo he dicho antes, como me rechaces, no tienes ciudad para correr.

Patricia Izquierdo Díaz


"El motero"

Hay un tema sobre el que me aburre escribir, pero que en el último puesto de mis cosas que pensar, está revoloteando por ahí. Y aquí vengo a escribir sobre todo lo que tengo en la cabeza. ¿Os acordáis del chaval que conocí en Instagram, que me fui a Lisboa con él, que me dejó de hablar por una gilipollez y que a veces, escribo sobre él? Bien, pues le vamos a apodar "el motero" como lo bautizó mi mejor amigo. ¡Cómo no había caído antes! Sé que leía mi blog. Ahora lo dudo mucho, está muy ocupado haciendo... ¡pues no sé! ¡Cómo ya no cuenta nada! Pues no sabemos. No os puedo informar. Es muy raro, queridos lectores. ¡Y yo que no le pillo el punto! Me tiene descuadrada, os lo juro. Antes me enfadaba, ahora simplemente paso. Mirar os lo voy a contar todo. 

Nos conocimos por Instagram. Me comentaba las fotos. Y un día dije, ¿quién es este pesado? Y le seguí. Muy digna yo. Bueno pues el tiempo pasó, me acostumbré a que estuviera ahí para hablar de todo y de nada, pero se convirtió en un entretenimiento. No sé, estaba bien. Hasta un 10 de enero que decidí conocerle en una gasolinera. Sí, estoy fatal, y arrastrando a una amiga conmigo por si nos pasaba algo, que al menos fuéramos dos. ¡Qué buena amiga! 

Al verle, no me había dado cuenta de que tenía los ojos azules en las fotos de su Instagram y eso que lo había estudiado de arriba a abajo. Y cuando le vi, pensé "¡punto para ti, chaval!". Pensé que jamás iba a volver a verle. Pero... Empezamos a quedar todos los días, sacábamos tiempo de donde no lo había, se saltó alguna clase de boxeo, tomábamos café en la cafetería del hospital, no sé, molaba. Estaba guay. Desde el principio llevaba una idea preconcebida de él (él lo sabe). Y no terminaba de cuadrarme en absoluto. Lo primero que quisiera quedar tanto conmigo, ¡si yo no era gran cosa! Y más cuando acababan de cambiarme por otra. ¡Pobre chico, no sabía lo hacía! Fuimos al cine, a ver Aquaman, y tras esa salida/excursión/cita/quedada me envió un copia y pega (testamento enviado por WhatsApp a cada chica con la que quedaba para informarlas que no se enamoraran de él porque él solo quería pasarlo bien) del que yo me reí. Pensé, este flipao... ¿Cómo si yo me fuera a enamorar de él? ¿Pero qué dice?

Los días pasaron, quedábamos, tés, cafés, cenas, comidas, hubo de todo. Te acostumbras a eso, a escapadas al campo, a hacer turismo, a Lisboa, le enseñé mi lugar favorito en el mundo que es mi pueblo... Todo, guay, ¿verdad? Acompáñame aquí, allí. Me gustaba. Era como un novio sin serlo. Un NO novio. Sin los quebraderos de cabeza que te da tener una relación. Un amigo. No sé, da igual. 

Hasta aquí todo correcto. Puse a parir a un amigo suyo que hoy en día me sigue sin caer bien, aunque esté muy afectada porque ese chico me haya bloqueado en Instagram. Creérme, ¡super afectada! Ahí me dejó de hablar, por lo que yo considero una tontería. Pero vale, un cabreo lo tiene cualquiera. Días malos también y demás. Ahora... El tema de este fin de semana... Rechazos continuos, está más borde que nunca, si le preguntas muerde, está cansino cansino... Mi amiga Belén dice que podía preguntarle más veces, qué le pasa, ¿y ser una pesada? Paso. Si él quiere algo, ya sabe donde estoy. Allá él. Buenos, antes de seguir, decir, que de quedar tantas veces, ya nada, ni cafés ni leches... NADA. Las cosas cambian, ¡no pasa nada!

La vez que me dejó de hablar, me dolió. Porque por una tontería un chico que me cae bien, que empezaba a ser mi amigo y parte de mi día a día como he explicado, pues me dolió. Esta vez, es como venga otra más, enfádate, quejica. No me cuenta las cosas para no amargarse. No me cuenta nada y se está comportando como un verdadero capullo. ¿Qué hago? ¿Tengo paciencia y espero que se le pase la regla? O, ¿paso directamente del tema y cuando beba agua ya que me hable? Pues no sé, me da un poco igual la verdad. La gente que se enfada y no respira, pues bueno, ya le dará un trombo o algo de eso. Estoy un poco cansada la verdad de estar detrás de la gente que oye, que si quiere ir a su aire, es muy lícito. Lo estupendo de todo esto, es que daré la impresión de pesada, de ir detrás, de incluso enchochada, enamorada o vete a saber... Me da igual la verdad. 

Lo único que me fastidia es no tener telepatía para entender esa cabecita rubia que tiene encima de los hombros. Pero si él no quiere que le entienda y pasa, ¿quién soy yo para pedirle que me explique las cosas? Pues nada, seguiremos con rechazos, o no, seguiremos aquí aguantando la vela, o no... Seguiremos... O no. No lo sé. Pero yo dije que no llegábamos al verano... Y estamos solo empezando la primavera. 

Ojalá me equivoque porque me parece un buen chaval, muy majo. Pero bueno, nadie es imprescindible, ni a todos le podemos caer bien. Yo ya tengo amigos que me adoran y que están conmigo desde hace años, quien quiera quedarse, bienvenido sea, quien no. Un placer, señor. La vida es taaaaaaaan corta, tan corta... Que no estamos para que nos chupen las energías. Y eso que me encanta os lo aseguro, estar ahí para mis amigos, él lo sabe. Sabe que por cada uno de ellos, vamos, lo que haga falta, pero que él no quiere... Vale. Esa ha sido mi respuesta este finde: "vale". No voy a discutir, no voy a insistir, no voy a mover un dedo por quien no quiere que lo mueva... De todas maneras tiene muchos amigos... y amigas, seguro que le consuelan. No pasa nada. No podemos dejar que todo nos afecte, ¿no?  Y como ya os digo, es posible que no le caiga bien o yo que sé, el tema es... que me afecte a mí o no. 

También es verdad que cada uno lleva como puede sus días malos. Y es muy respetable, pero no sé. Hablo siempre desde mi punto de vista, ¿vale? Me siento un poco estúpida/cansina/aburrida/monótona contándole mis problemas a alguien que tiene una actitud que no es recíproca. El problema es mío de sentirme así, pero... no puedo evitarlo. Lo mismo a él le encanta sentarse a escucharme, pero yo no me siento cómoda si no hay esa misma confianza por ambas partes.

Lo que más me molesta del mundo es no entender algo, eso me trae por el camino de la amargura, pero no quiere que lo entienda, pues... de nuevo, vale. Yo soy todo lo comprensiva que quiera. Pero a ponernos a jugar a quién nos dura más la regla, no. Lo siento, estoy opositando. Estoy trabajando en mí, en mi gimnasio, en mis apuntes, en mi futuro. Con esto no le estoy echando de mi vida, ni mucho menos, ya os digo que ojalá volviese a ser todo como antes, pero... No podemos obligar a nadie a quedarse. No podemos pedir ciertas cosas, porque si las tenemos que pedir... ¡Uf! Mal vamos.

Patricia Izquierdo Díaz


Gran Vía

Ayer estuve por Gran Vía. No hace mucho que estuve allí, quince días. Un fin de semana que jamás olvidaré. Que estuvieron mis verdaderos amigos a mi lado aunque todo salió como una catástrofe. Los peores días de mi vida. Os lo juro, y no exagero. Belén, bollito, Cris, Alex... Ellos son los que lo saben realmente lo que pasó. 

Recorrer esa calle madrileña que tantos años tiene, que tanta historia ha presenciado, es un subidón para cualquiera que pise esas aceras. La Casa del Libro, miles de azoteas en las que podría escribir una historia de cada una de ellas. Las vistas más impresionantes de Madrid. Y andando por ella, llegas a Callao.

Me paré en la boca de la estación de metro ayer. Tengo una foto en mi Instagram. Fue un momento muy especial para mí. Iba acompañada de mi amiga Belén. Ella creo que no se dio cuenta. Bastante tenía ayer la pobre, pero me paré a mirar. A mirar esa ventana que da nombre a este blog. Ese edificio que hasta hace quince días era mi mundo. Esa ventana, ahora cerrada, era mi vía de escape. Ese salón que tras ella, eran bailes, música, eran caricias, eran besos en cada parte del cuerpo, eran susurros que erizan la piel. Eran latidos del corazón, aire en los pulmones, gemidos, ansia y mucho amor.

Recordé lo que había sido mi vida allí, hasta que escuché a Belén decir "¿quieres una foto?". Dije sí, porque es parte de mi vida, mis recuerdos, mi pasado, mi historia de amor. Creo que es mi punto débil de la capital. Donde me tiemblan las piernas, donde juré quedarme a tu lado para siempre, donde me pediste matrimonio, y hablamos de los cinco o seis hijos que íbamos a tener, la mesa de la cocina donde planeábamos nuestro futuro. Esa ventana era lo más parecido a estar en el cielo. Y ayer, estaba cerrada.

Patricia Izquierdo Díaz


sábado, 25 de mayo de 2019

Otra vez

Otra vez. Yo que me creía experta en ciertas situaciones. Que vendo consejos a todos. Que me manejo sin dificultad en los sentimientos de los demás. Que no me cuesta comprender cualquier cosa. Que soy capaz de empatizar con todo aquel que hable de amor. Que siempre encuentro solución a todos menos a mí. 

Yo, que me he bebido todas las novelas de amor, buscando la fórmula que me dé la solución a lo nuestro. Yo, soñando con la psicología intentado analizarlo todo, para comprendernos. Yo, que me he vestido de guerrera, de todo me la resbala, de come hombres, de fría y sin sentimientos… yo, que a base de ostias me he convertido en quien no era. Yo, siendo borde, siendo rancia, siendo estrecha… y un montón de adjetivos más que no me dejan en buen lugar, pero que siempre me han dado igual. Yo, poniendo mala cara a todo. Yo, buscando siempre el problema para desfogarme. Yo, perdiendo las formas. Yo, hablando mal a todo el que se acerca. Yo, que siempre pongo pegas. Yo, siendo chula. Yo, nadando a contracorriente. Yo, esperando recibir lo que no tenía para dar. Yo, queriendo ir hacia delante sin dejar de mirar atrás. Yo, luchando, por superarte.

Y de repente, apareces otra vez. Y todos esos trocitos que he pegado con pegamento, a base de paciencia, de noches eternas, de alcohol en vena, de comparaciones, de reírme de mi misma, de reirme de todo y de todos, de odiarte a muerte, de odiarme,  de llorar hasta quedarme seca, de pensarte… se caen. De repente el pegamento no pega y se caen… pero no te creas que se caen poco a poco, sin hacer ruido. No, revientan de golpe. Todos los cristales salen disparados y se me clavan. ¿Y yo que hago? Aguantar el chaparrón, mirar para otro lado porque me marea la sangre. Apretar los dientes y cerrar los puños. 
Siempre fui muy intensa. Pero tengo que reconocer, que cuando se trata de ti… todo se magnifica. Tanto lo bueno como lo malo. Y en parte, soy adicta a esa sensación. Porque con nadie más soy capaz de sentirlo. Y cuando lo siento me doy cuenta de que no soy tan de piedra como yo creía y como me gusta que la gente piense. Es que sigo siendo capaz de sentir. Aunque solo sea contigo. Cuando me miras, la felicidad existe. Pero la muerte en vida, también. 

Hay pocas diferencias entre tu y yo. Supongo que la principal, es que yo perdone hace mucho y me quede con lo bueno. Tu no. Yo hice todo porque te quedaras, y en verdad yo no me quede con nada. Además de que nunca hemos sido dos. Contando con el miedo, siempre somos tres. 

A mi siempre me han dicho que no luchar por lo que quieres, se llama perder. Imagino que por eso siempre luche. Reconozco que no siempre fue de la mejor manera. Y que llego un momento en el que me senté a esperar. Aunque no m vieras sentada. Sinceramente, es que creo que nunca te paraste a mirar. 

Lo fácil es ir y venir. Dar bandazos. No querer compromisos, de quedarte del todo ni de irte. Lo fácil es mirarme y tener diez mil porqués, pero no responder. Lo fácil es el silencio. No dar razones coherentes… lo fácil es decir que me quieres pero que por mi bien pase de ti. Lo fácil es echarme de menos pero consolarte metiéndote entre las piernas de otra. Lo fácil es decir que yo soy difícil, que lo nuestro es difícil y que siempre complico las cosas. Lo fácil es echarme la culpa de lo que yo he hecho. Lo fácil es dejar decidir al tiempo. Lo fácil es decir que no es el momento. Lo fácil es desaparecer si las cosa se pone fea y volver cuando todo esta en calma. Pues si lo fácil es olvidarme, déjame en paz.  

Nos pasamos media vida buscando nuestra media mitad y nos pasamos la otra media intentándola olvidar. Que triste no? pero si es lo que quieres así será. No m voy a despedir, lo he hecho mil veces y nos hemos encontrado mil y una. No se que voy hacer la verdad… recomponerme supongo. Un fin de semana en casa. Coger el pegamento y reconstruir lo que has reventado. 

Volveremos a encontrarnos, solo espero que no me vuelvas a romper.

Belén Triguero Guijarro


La mochila de Belén

Este es un escrito para mi amiga Belén. Nunca estaremos de acuerdo en este tema, pero estoy aquí para apoyarte en todas las decisiones que tomes.

Tú llevas cinco años con una persona metida en el corazón. Yo siete. Tú lo intentas como Peter Pan, yo huyo como el tuyo. Tú pones toda la carne en el asador. A nosotros nos gusta más estar a ratos. No vamos a llegar a un acuerdo nunca. Te has posicionado toda la vida con Peter Pan. Pero yo entiendo mucho más al tuyo.

El amor no lo puede todo Belén. Es mentira si te dicen lo contrario. Es verdad que siempre hay un amado y un amador, que siempre hay uno que tira más de la relación y otro que se tensa cuando las cosas se ponen serias. En este caso eres tú la que has tirado muchos años de él. La que lo has dado todo, cagándola mucho, porque no nos vamos a engañar, eres muy difícil también. Pero tenéis una suerte enorme. ¡Dios mío! Encontrar el amor es muy complicado ahora. Estáis enamorados. Pero no jugáis en la misma liga.

Tú sigues creyendo en el amor. Él, en que el amor no lo puede todo. Tú das mil soluciones a los problemas que tenéis. Él se ha cansado de luchar. Tú aseguras que esta oportunidad es la correcta. Él que esta nueva oportunidad será más del mismo caos. Te quiere. Como yo quiero a Peter Pan. Pero estamos cargados de miedo. De miedo a volver a lo mismo, a saber lo que ya nos espera. Porque el amor no entiende de experiencia. Ninguna oportunidad es igual. Debéis encontrar el equilibro. Debes hacerle ver que los miedos, se superan. Que aún estáis ahí el uno para el otro. Y si no es amor, ¿qué es? Él está cansado de luchar. Luchar con personas como nosotras, que somos una bomba en expansión, cansa, aburre y hasta hace tirar la toalla. Da igual las buenas intenciones, no todo vale en las relaciones.

Le entiendo mucho más a él que a ti. Su papel es el mío. Tienes un defecto, llevas todos tus problemas a través del enfado. El enfado es como el sexo, como beber. Se termina pasando y el problema sigue sin resolver. No te voy a decir lo que tienes que hacer. No soy la adecuada, porque aún no tengo solución para mi relación. Todo pasa. Tiempo al tiempo. También es mentira, que no engañen. Todos vuelven. Ellos vuelven, nosotras también. Porque ellos no son uno más para nosotras. Son "Ellos", son el amor de nuestra vida. Y creo que eso no se supera. Se pasa. Se deja a un lado, y se sigue.

Tu solución es odiarle. Es que no es la solución, odiar es un sentimiento que pesa mucho y ya tenemos bastante con otros problemas más graves, ¿de verdad quieres eso? Hablar siempre soluciona todo. Hablar y zanjar. Hablar hasta que no quede más que decir, y no puedas encontrarte un día un mensaje de "Hola, ¿qué tal?". Ellos están conociendo gente, porque no pueden acceder a nosotras. Es lógico, y que a ti te duela también. Acuérdate cuando me enteré de que se iban a vivir juntos. Es normal. Pero no podemos exigirles nada. Ni a ellos a nosotras tampoco. Las cosas no siempre salen como queremos, y hablar es muy importante. Tú y él, vais a bandazos, os movéis por impulsos, sin pensar, ¿y qué? ¿Duele, no? Duele mucho hacer las cosas sin pensar. Porque uno de los dos sale dañado, herido y vuelves a pensar ahí, que no merece la pena. Pero claro, es que es esa persona... Es de la que nunca te olvidarás. ¿Y qué haces? Otro impulso, volver. 

Así no cerramos ciclos, ni historias ni nada... Las encendemos, y están más vivas que nunca. Y no somos felices, y ellos tampoco. Por mucho que estén con otras. No lo son. Él te aconseja que es mejor que pases de él. Yo hice lo mismo. ¿Pero quiénes somos para decidir nada de nadie? Pero es que es más fácil. Siempre te he dicho que él soy yo. Y si Peter Pan, lee esto... se va a sentir identificado. Hay historias sin final, con segundas, terceras y cuartas oportunidades, y a veces más. Pero creo que no es sano. Y creo que hay que cerrar capítulo y libro, y pasar a otro. La vida es corta, y hay más problemas que solucionar. Intentemos no añadir más a una mochila que ya está llena, pesa y además cansa en el camino del día a día.

Patricia Izquierdo Díaz


viernes, 24 de mayo de 2019

Fingiremos

Qué sensación la que te deja una ducha después de ir a correr. Correr. Sola. Cuando ya apenas hay sol. Yo, conmigo misma. A mi ritmo, escuchando mis pisadas. Escapando. Huyendo de todos. En silencio. Adoro el silencio. Sola con mis pensamientos. Disfrutando del aire en mi cara. El cuerpo no duele. La mente sí. Mi vida es una montaña rusa. Soy amante de la velocidad. De ver como todo pasa deprisa a tu alrededor, a la velocidad de la vida. Sabiendo que un parpadeo perderás muchas cosas, detalles. Momentos. 

Quería escribir mis pensamientos para aquellas chicas de Facebook que contestan a mis escritos. Las que me aconsejan y me hacen partícipe de sus historias. Qué bonito es compartir. Hoy he corrido más deprisa que nunca, más tiempo. El esfuerzo, a pesar de mis agujetas, es descomunal. Nunca he sido deportista. Y ahora lo uso como vía de escape, al igual que este blog. Me ayuda a recolocar mi cerebro tras el día, que por suerte o desgracias, en mi vida siempre pasan cosas.

Bien, hoy he pensando en las relaciones. Relaciones en sí. Y en como soy yo, que soy un poco antisocial. Hay un chico, del que ya he hablado antes, y no encuentro un mote para que le identifiquéis bien. Pero bueno, es igual, cualquier persona vale como ejemplo. Os pongo en antecedentes.

Soy lo más parecido a un cactus que hallaréis. Creo que el mejor amigo del hombre es una piedra. Suelo ser bastante borde, fría y no dejo escapar mis sentimientos. Mi corazón es débil aún. Me rodeo de murallas, escudos, caparazones y demás, como ya sabéis. El contacto físico tampoco es lo mío, porque es la llave hacia mi corazón, y no está para muchos trotes. El paso del tiempo lo ha vuelto duro, sensible, anciano, pero duro y frío como una roca. Aunque hay gente que sigue encontrando belleza en él. 

Bueno, pues yo no suelo organizar grandes planes. Principalmente porque organizar, lleva tiempo, lleva planificación y muchas veces ni se lleva a cabo. Vale, pues una vez explicado esto. Le he propuesto varios planes. Tenía uno perfecto e ideal para este sábado, que él se lo pierde porque jamás sabrá cuál era, ni creo que lo vayamos a hacer. ¿También os he dicho que soy un poco orgullosa? Bien, soy un encanto, como ya veis. 

Aquí van mis preguntas. Cargo y disparo. ¿Hacer planes es ir detrás de alguien? ¿Es enseñar parte de tus sentimientos hacia esa persona? ¿Es abrirte? ¿Es ser PESADA? Qué opináis de las personas que hacen planes para vosotros. Necesito saberlo. Porque yo no quiero ser pesada y más hoy que tiene un mal día y es posible que tenga la regla(él, sí, es que es un poco femenino). Odio ser cansina. Y si recibo rechazos... Con lo que me cuesta abrirme en ese sentido, no esperará que lo vuelva a hacer, ¿no? No sé si me estáis entendiendo del todo. Sintetizo. No quiero ir detrás de nadie, no quiero ser categorizada como "pesada", no quiero ser una carga para nadie.... Es lo mismo que me pasa con hacer muestras de afecto. ¿Creéis que no me gustan los abrazos? ¿Que no me salen? Me salen, pero soy incapaz de darlos. Me siento débil, como si estuviera dándole al otro la llave para que me hiciera daño. Toma es tuya, hazme trizas como tanto otros. 

Yo creo que no voy a proponer nunca más nada, ya bastante tengo con mi cumpleaños. ¿Es posible que me pierda muchas cosas? ¡Es posible! ¿Me compensa? ¡Sí! Tampoco soy tan interesante como para que la gente quiera planes conmigo. Me preocupa mucho lo que piensa la gente. Muchísimo, desde niña. Aunque intente aparentar que todo me la bufa. No, no es así. Como os digo, intento no molestar, no incordiar, no ser una pesada... Tengo un mejor amigo, ¿vale? Nunca le he puesto "Buenos días" yo primero. Por si molesto. Por si dice mira que pesada, ya me está hablando otra vez.

Creo que ellos no piensan en estas cosas. Creo que no le dan vueltas a nada. Pero con este chico todo es un misterio. ¿Somos amigos? No lo sé, a veces. A veces me deja de hablar, otras me habla de todo, otras se encierra en su burbuja y no quiere amargarse... Claro, pensando como pienso... Yo le cuento todo, casi todo para ser sincera, desde que me dejó de hablar, es verdad que he tomado un poco de distancia en eso. Creo que si deposito toda la confianza en él, como lo estaba haciendo y se va... lo pasaría mal. Muy mal. Ya sabéis que soy muy de mis amigos. Y el bollo sé que vuelve, éste ya os digo que es un misterio. Entonces... Con cuidado. A lo que iba... Si yo le cuento todo, y él no me lo cuenta para no amargarse, ¿qué clase de relación es? La pesada que habla, habla y habla, y el otro se duerme escuchando, o, no estamos jugando en la misma liga. Si no se abre conmigo, está claro que no es como yo. Y lo que me extraña es que empezamos hablando de todo, y ya como que... "me amargo". Pues vale. Fingiré que no me importa. Fingiré que él sabe que si quiere algo, estoy aquí, pero tampoco se lo voy a decir. Fingiremos que tenemos telepatía y que él, aún viviendo en la parra, se enteras de todo. 

Él tiene ayuda, este blog. Aquí soy completamente sincera. Le guste o no le guste a quien sea. Esta soy yo. La que piensa demasiado, la que no se deja llevar por impulsos porque precisamente piensa demasiado. La que analiza cada palabra de cada frase. La que busca mil soluciones para un problema. La que adora a sus amigos y nunca los dejaría solos. Esta soy yo.

Patricia Izquierdo Díaz


Jugando a querer

Me he vestido. Me he puesto muy mona. Bueno, lo que se puede. Sé lo que le gusta. ¡Mi camisa vaquera! Iba lista para celebrar el día de hoy. Pero he entrado en Facebook, y he visto su felicitación, la de ella. La de una persona que no tiene culpa de nada. Me he sentado en el sillón. Y he pensado. He pensado en un texto que escribí hace poco... ¿Persona o simio? Soy una persona. Y hoy también, porque reacciono, porque sé lo que está bien y lo que está mal. Porque quizás él no deba alejarse. Quizás soy yo la que ha perdido el rumbo, la lógica y la conciencia. 

He vuelto a leer su felicitación. No voy a estropear nada. Me quedo en casa. Me quedo sin buscar plan B, esta vez no quiero más planes. Solo le quiero a él, con su vida, con sus parejas, con su día precioso. Sé lo que quiere. Sé lo que quiero. Y de nuevo, esa pregunta, ¿persona o simio? ¡Persona! Ya lo he dicho antes. Las hormonas, hormonas son. El cerebro es la base de quienes somos. Y nacimos seres humanos, capaces de pensar y anticiparnos a las consecuencias. 

Amigas me aconsejan que haga lo que sienta. Si ellos juegan con nosotras, ¿por qué tú no? Porque es lo que critico. Porque es lo que sentencio y hago la cruz. Porque yo no soy como ellos. Porque yo pienso antes de actuar. Por eso me siento en el sillón a pensar. No puedo hacerlo, y declino la oferta. "No puedo quedar, tengo mucho que hacer. Otro día, ¿vale?" Otro día... ¿Qué estamos haciendo? Yo tenía las riendas de esta situación y ahora lo que hago es vivir en un nublado. Esto no es un juego, no para mí. Ese ha sido mi gran problema, o llamarlo como queráis, no sé jugar a querernos... No sé jugar, yo siento. Jugué una vez, e hice daño. Nadie se merece salir mal de un juego. Y más si jugamos a querernos. Lo dejo. 

Volveré a ser la cabeza pensante de los dos. Soy capaz de ello. Y soy tu amiga. Puedes subir a verme mientras estoy en pijama. No intento impresionar a nadie. "Gracias por estar siempre" esa ha sido la contestación a mi felicitación. Ay dios mío, cómo no voy a esta con lo que te quiero, amigo. Por otros quince años más.

Patricia Izquierdo Díaz


jueves, 23 de mayo de 2019

En mi habitación

Cierro la puerta de mi habitación. Subo la música. Más. Más, mucho más. Que anule el sonido de mis pensamientos, que apague mis sentimientos. Pero las letras me cantan a mí. Apago la música, doy vueltas por la habitación. Estoy encerrada en mi jaula. Me tumbo en la cama. Leo a Defreds. Lo dejo, no puedo escucharte ahora. Me levanto y paseo. Pongo la música otra vez, y voy pasando de canciones a ver si hay alguna que me convence. ¡Dios mío! intentó chillar, pero se me queda en el estómago. Me tripa se resiente. Se acabaron las ganas de comer de nuevo y aparecen las ganas de vomitar todos mis problemas. 

Creo que soy la única persona que odia los fines de semana. Se acerca... Se acercan los problemas. Están justo detrás de esa puerta. Gritándome. Esperando que sea valiente y salga. Que plante cara como dicen algunos. Y salgo. La vida me golpea cada día con más fuerza. El bofetón te llega hasta dentro, hasta el corazón. Y los ojos lloran sin tu permiso. Porque tu mente es fuerte, muy fuerte. Y no vas a dejar que te vean derrotada. Pero los ojos han tomado el control en esta batalla y han decidido sacar todo lo que llevo dentro mediante agua salada. Que escuece. Porque cada vez es más a menudo. Porque son casi todos los días. 

Mi trabajo se ha convertido en mi refugio. Un trabajo que llega a su fin. ¿Qué voy a hacer a partir de ahora? Quiero gritar. Quiero ser egoísta y gritarle a la vida: "¿por qué yo? ¿Por qué a mí?" Estoy cansada de ser fuerte. Estoy harta de correr sobre un campo de minas. Estoy harta de resucitar de mis cenizas. Estoy cansada... Tan cansada que todo ha dejado de importarme. Mis sueños, mi camino, mis metas, mi cuerpo, mi mente... ¿Merece la pena tanto esfuerzo? Estoy cansada, agotada. Mi gran problema tiene nombre. Mis amigos lo saben. Y aún así, los aparto. ¿Cómo estás? Como siempre, les contesto. Es un problema que no puede solucionar nadie, ni yo.

Podría aprender a llevarlo. Pero no sé si ya quiero. No sé hasta qué punto quiero seguir. Si me ofrecieran ahora mismo un super poder, pediría el poder de desaparecer. Desaparecer de todos, de todas partes. Al fin y al cabo, no soy tan especial. Un caos menos en la Tierra. Un problema menos. 

He tenido un día precioso, os lo puedo asegurar. Hace poco creía que en mi trabajo se me echaba flores para animarme a comer marrones, pero hoy he descubierto que no, que mis alumnos me quieren, aprenden de mí, me escuchan, me imitan, me necesitan... Creerme ha sido un día muy intenso, a la par que bonito. Me estoy exigiendo un cuerpo con el que esté bien yo, nadie más. Sólo yo. Sin llegar a la obsesión. Ya pasé por ello. Aunque me da miedo caer de nuevo. Pero... soy fuerte estando bien. Solo me caigo cuando personas que deberían quererte por encima de todo, se empeñan en hacerte pequeña, en hacerte creer que eres un estorbo en la vida de la gente. Que cualquier persona siempre estará por delante de ti. Te hacen creer a ciencia cierta que es normal que te cambien por otra, porque tú nunca darás la talla con nadie. Porque has acabado siendo un mal trabajo, un mal modelo que solo se merece el desprecio de la gente, mendigar lo que a los demás le sobra...

Ojalá pudiera contaros más de este problema que siempre inicio a relatar y nunca lo termino. Ojalá pudiera vaciarme ante este teclado. Ojalá pudiera desaparecer y hacer feliz a quien no me quiere en su vida. Ojalá pudiera dejar de llorar por los que no se lo merecen. Ojalá fuera más fuerte.

Patricia Izquierdo Díaz


Empezar de más uno

Cuando "peor" se ponían las cosas, cuanto más necesitabas el abrazo, la compañía, las fuerzas que elevaran a  las tuyas, entonces se esfumó. Justo cuando pensaste que más estaría.
Toda la madurez se escapó de un plumazo, haciendo como si nada hubiera pasado, que nada fue vivido.
Que ya las cosas se habían puesto serias para alguien tan crío.
Te tocó vivirlo sola.
Cada cita médica, cada malestar, cada día de pies hinchados.
Cada miedo, cada mal día, cada contracción.
Y con la última gota de sudor todo se volvió ilusión.
Ya estaba ahí, buscando tu piel.

Pero no tocó empezar de cero, si no de más uno.
Ya nunca más.

Inolvidable

Cuando algo te entra directamente por el corazón, se convierte en inolvidable.

Un libro.
Una canción.
Una frase.
Un momento.
El primer piel a piel con tu hijo.
Una mirada.

Y sí, una persona.

La mochila

Cuando me conociste, llevaba una mochila invisible de miedos. De tamaño enorme. XXL. Como si fuera a usarla para el Camino de Santiago.
Incluso con saco de dormir, para las noches en las que todo pesa un poco más. Con la esterilla, para que las piedras del suelo se tropezaran un poco menos.
Me pediste que me la quitara un momento. Agarraste un asa y me diste otra. Y empezamos a andar.
"Este camino lo vamos a recorrer juntos", Y sonreíste.


Encontré la calma

Entonces encontré la calma. Y aunque no os lo creáis, es más fuerte que un huracán. Pero no asola a su paso; algunos días, parece. Aunque eso si, siempre te sopla cuando te tambaleas.

No se calma, pero tampoco se va. Es algo que hace que quieras que sus ganas nunca desaparezcan y sus manos nunca dejen de agarrar las tuyas. Su manera es de verdad; sus miedos, unos malditos gamberros.

Pienso demasiado, pero al final termina estando todo claro. Y si tienes ganas, allí iremos. O simplemente estaremos sin hacer nada. Y correremos las cortinas las que hagan juego. Habrá risa, habrá silencio. Habrá seguro mucha comida a domicilio.

Estamos vivos, siempre aprendiendo.
Ojalá la Gran Vía iluminada en tu boca, basada en hechos reales.


Puede...

“Nunca juegues con los sentimientos de nadie, porque puede aparecer alguien que juegue mejor que tú”


Prefiero ser una ballena

Un Gimnasio puso un anuncio espectacular que decía lo siguiente: Este verano, ¿qué quieres ser? ¿Sirena o ballena? Una mujer que les envió su respuesta dijo por correo electrónico: "Ayer vi un cartel con una foto de una chica en un escultural bikini y con la frase de este verano, ¿qué vas a ser? ¿Sirena o ballena? Respuesta: Las ballenas están siempre rodeadas de amigos. Las ballenas tienen una vida sexual activa, quedan embarazadas y tienen hermosos cachorros. Las ballenas amamantan. Las ballenas están por ahí recorriendo los mares y conociendo lugares interesantes como la Antártida y los arrecifes de coral de la Polinesia. Las ballenas tienen amigos delfines. Las ballenas comen camarones a dos manos. Las ballenas tiran chorros de agua y juegan mucho. Las ballenas cantan muy bien. Las ballenas son enormes y casi no tiene depredadores naturales. Las ballenas están bien resueltas, SON HERMOSAS y SON AMADAS. En cambio las sirenas NO EXISTEN... Si existieran vivirían en crisis existencial: ¿Soy un pez o un ser humano? No tiene hijos porque matan a los hombres que están encantados por su belleza. Su reproducción seria como los peces sin contacto físico, sin amor. Son hermosas, pero viven tristes y solas por siempre ... Estimado Gimnasio, ¡prefiero ser una ballena!




Buscando una princesa

Si vienes buscado una princesa, tengo que confesarte que te has equivocado de puerta. 

Tengo mil defectos, soy olvidadiza y me hago el moño fatal. Cuando intento posar para una foto, termino con la sonrisa torcida un ojo mirando para Cuenca y riéndome de mí misma. 
Lo juro, yo lo intento, pero los tacones a las dos de la mañana son imposibles. Pierdo la cazadora y el bolso con la misma facilidad que me enamore de tíos que no me convienen. 
Te aviso duermo con una camiseta vieja y mi cara hasta antes del primer café es de pocos amigos. 
Pero oye te contaré, que como te voy a querer yo... no te va a querer ninguna princesa.


HBC



"Creo que todo en la vida es arte. Todo lo que haces. Cómo te vistes. La forma en la que quieres a alguien y cómo le hablas. Tu sonrisa y tu personalidad. En lo que crees y todos tus sueños. La forma en la que te bebes el té. Cómo decoras tu casa o cómo escribes la lista de la compra. La comida que cocinas. Cómo escribes. Todo lo que sientes. La vida es arte."
Helena Bonham Carter


Es lo que cuenta


No soy perfecta, y te aseguro que tampoco quiero serlo.

Que yo, defectos, tengo muchos. Incluso si no te gustan estos, tengo más. Pero te digo que el corazón lo tengo bien grande.

Y supongo que eso, al fin y al cabo, es lo que cuenta.



¿Por qué?

Estoy cansado de estar siempre en duda. De que quieras estar siempre en lo bueno y jamás en lo malo
Estoy cansado de tus promesas que suenan a excusas.
¿Para qué te quedaste a sabiendas de que solo sería para ti un rato?
¿Por qué te acercas solo en los días que tienes frío por dentro y nada te abriga?
¿Por qué me enseñaste canciones que ahora suenan a poco? ¿Has roto?
Me pones arriba del todo y luego me bajas, como en alguna atracción de la Warner.
Me dices te echo de menos y luego siempre te borras.
Me dices mañana quedamos y sigo esperando.
Me ilusiono mil veces.
Me habría dado igual que hubieras pasado, al menos no acabaría enganchado.
Conmigo funciona mejor otra cosa, la sinceridad por bandera.

Eso sí, aprendí que el cariño que das no siempre es el que mereces recibir.

Y desde mañana voy a intentar aprender a echarte de menos.