sábado, 29 de junio de 2019

Tal vez nos vamos de nosotros mismos, pero queda casi siempre una puerta mal cerrada...

Cuando cierro la puerta de mi casa
suelen los escalones llenárseme de dudas.
Es posible, tal vez
la luz trabajadora del despacho
se ha quedado encendida,
no sé si corté el agua
y además me parece
que no le di dos vueltas a la llave.

Es como cuando salgo de alguna discusión
y el ascensor se cubre de verdades no dichas.
Van conmigo respuestas decisivas.
Más tarde siento miedo
de aquellos dos minutos de intemperie.
Yo levanté la voz, los demás se callaron
y se rompió la copa.

Es como cuando salgo de una fiesta
y me asalta el temor
de que alguien se haya molestado.
¿Me despedí de ella? ¿Debería
acordarme de él?
¿Entendieron la broma
y la doble intención de mis palabras?
¿Ha llegado a saberse 
la pequeña mentira del viernes por la tarde?
Es como cuando salgo de mí mismo,
después de hacer nadado entre dos aguas
incluso en la bañera.
Dejo la ropa sucia a los pies de la silla,
una cama deshecha,
los platos sin lavar,
toallas en el suelo, y en el cuarto de baño
un espejo con niebla
donde está todavía el desnudo sin piel del impostor
que ahora sale a la calle,
y saluda a los otros,
y atiende a quien le llama por su nombre.

Todo es raro y difícil
como sentirse Luis, como vivir en el segundo
izquierda de la noche,
ser español o estar enamorado.

Tal vez nos vamos de nosotros mismos.
Pero queda una luz, un grifo abierto,
la sombra de una puerta mal cerrada.

Luis Montero García

La dignidad es la huella de la conciencia

Ya tiene muchos años
y tal vez no ha cumplido su destino.
Nunca buscó la guerra, pero todas
las batallas más tristes
pasaron por la puerta de su casa.
Casi siempre ha perdido, y cuando los ejércitos
que decían luchar por sus ideas
gozaron la victoria,
comprendió los motivos
de su desconfianza.
Comprendía también que los sueños se pierden
y cambian de finales.
No quiso mendigar
delante del amor o de la muerte,
para que la limosna no manchase su orgullo.
Es el orgullo seco un último refugio
de aquellos que conservan sus razones
después de haber perdido la esperanza.

Cuando sentada en el vagón del metro
llegar a la historia repleta de promesas.
triunfos, medallones y bolsas del mercado,
se suele levantar para dejarle asiento.
Es muy vieja la historia que se viste de joven,
tan vieja como ella,
y ni siquiera sabe dar las gracias.
Educada la mira, se aparta y le murmura
siéntese usted, señora,
yo me bajo en la próxima estación.

Luis García Montero

Planteamiento, desnudo y desenlace

La juventud se llena con botellas vacías.
Hace falta beber y hacen falta botellas
para escribir mensajes
que den sentido al mar.

Todo nos pertenece,
porque todo es asunto de mañana,
la luz solar, la luz conspiradora,
el sueño de los sueños incumplidos
y la ley de las cosas irreales,

Es normal lo que pasa. Pasa el tiempo.
Lo que es envidiable suele ser envidiado.

Porque bebí hasta el fondo de mi alma,
escribiendo mensajes de letra impertinente
para agotar la tinta que me dieron,
soporté enemistades, ojos turbios
parecidos al óxido,
el frío de los barcos que no salen al mar,
aparejos que viven para infectar heridas.

Me consoló el desnudo de tu cuerpo.
Me consuela al amor
cuando la ausencia arde lo mismo que unos brazos
y el pensamiento es vida porque tiene 
el sabor de una piel.
En tu desnudo viven realidad y deseo.

Mientras pasan los años
cultivo tu desnudo. Admito que el amor
es una impertinencia que desafía al tiempo.
Nada nos pertenece, ya lo sé,
ni siquiera la letra envejecida
que se cansa en los últimos mensajes,
ni siquiera el ejército de botellas oscuras 
que ahora huelen a frascos de farmacia.

Si no soy mi enemigo,
Si mi rencor no envidia más que nadie
todo lo que yo era,
todo lo que se pierde
en la raya de luz del horizonte,
todo lo que me falta
cuando pienso en mí mismo con los pies en la tierra,
es porque tu desnudo dignifica
una tarde de invierno,
el óxido que quema
y el cuerpo que envejece entre mis manos.

La vida no compensa de la muerte
porque el amor le dio sentido al tiempo
A pesar de mi edad
no consigo cuidarme

Será porque prefiero cultivar tu desnudo.

Luis García Montero

Conversaciones nocturnas

Dicen que por la noche las conversaciones son más profundas, y que realmente son sinceras. La nuestra ayer lo fue. Eras las dos de la mañana y tú te preocupabas por mi como siempre. Siento que desde hace unos días estamos un poco más distantes. Sé que algo se cuece en esa cabecita tuya, pero no llego a adivinarlo. Tampoco quiero preguntar. Tus respuestas me dan miedo por ser tan sinceras como las mías. No nos escondemos. Nunca lo hemos hecho, ni siquiera nos esforzamos por quedar bien. Discutir es nuestro deporte olímpico, y lo hacemos bien, de tal manera, que de una manera u otra volvemos.

Ayer estuve cómoda con un tema que me perturba bastante. Jugamos a imaginar. Ese juego no me gusta, porque en mi cabeza aparecen películas dignas de grandes premios, mundos paralelos de los que me enamoro, me crea una ansiedad y una impotencia... Que a veces, solo me limito a vivir lo que me ha tocado. Pero tú juegas a eso. A como sería una vida en común. Y la verdad es que sería envidiable, no perfecto. Nosotros no lo somos. Seguramente sería una vida salvaje, a nuestra bola, sintiéndonos libres de todo, sin juegos, llevándonos sólo por los sentimientos, y tengo que apuntar, que en nuestro caso, dejarnos llevar por el corazón, es jugar con fuego...  Y yo tengo miedo a arder, como diría Beret. 

Que te quiero, es evidente. Que no puedo estar sin ti, también. Que jugar a ser novios, no me gusta, porque ya somos mayores para ese tipo de juegos. Y jugar a imaginar una vida de ensueño, duele. Y duele más creas expectativas que jamás se realizarán. Que podría ser bonito, sin tanto cuento, tan real... Pero no es el momento, serías mi vía fácil para huir de todo lo que tengo y no quiero eso. Si algún día me fuera contigo... Quiero que sea porque te amo, y no te quiera, porque quererte lo hago cada día. Pero quiero que sea especial para los dos, sin mariposas, pero de verdad. Sintiendo. Sintiendo que el paso que voy a dar, traerá consecuencias si sale mal, pero con la convicción de que haré todo lo que pueda porque salga bien, porque salga como nosotros queremos. Y aún no siento eso.

En el momento en que me colocaste a tu lado como amiga, mataste cualquier sentimiento más allá de la amistad por ti. ¿Qué iba a hacer? Sufrir cada vez que hablabas con alguien nuevo, antiguo o reciclado. Eras tú o yo. Y me salvé yo. Cerré esa puerta para siempre, y me conformé con ser tu amiga. El tiempo ha pasado desde aquellos inicios en los que te escribí hasta una novela. Y ahora, siento la mayor amistad que he tenido y tendré nunca. Que dudo que la gente entienda o incluso, haya sentido alguna vez lo que nosotros tenemos. Hablar contigo es como hablar conmigo. Sabes abrazarme cuando estoy en modo cactus. Sabes hacerme llorar para que suelte lastres. Sabes tocar cada una de las teclas necesarias para configurar mi felicidad. Eso para mí, es un nivel mágico de amistad, de la que dura, de la de verdad. Y con eso me quedo. No quiero más, porque contigo lo tengo todo. 

Ahora estás al otro lado. Te entiendo, porque hace años sufrí ese puesto. El de la amistad. Que también se sufre. Pero no te preocupes por nada. Aún no ha llegado el que te sustituya, principalmente porque no existe, y esto es un pack. Y porque aún no ha llegado el que me haga sentir única, especial y segura. Sabes que pido poco, pero lo poco que quiero, es que sea de verdad. Y aún no ha llegado la persona con la que me sienta completamente a salvo entre sus brazos. Que me diga que todo saldrá bien, porque estará ahí pase lo que pase o lo que es para mi la clave en una pareja, "todo saldrá bien, porque somos un equipo, y aquí compartimos todas las cargas". Un equipo, un complemento, un suma y nunca resta... Eso, aún no ha llegado. Y, querido pack, como te he dicho antes, no tengo prisa por que llegue... Tengo las mejores amigas del mundo, y te tengo a ti. No necesito más.

Patricia Izquierdo Díaz


miércoles, 26 de junio de 2019

Mis mejores decisiones

Hace mucho que no escribo. Últimamente no tengo muchas ganas ni de salir de casa. Estoy apagada, es un culpa del calor también. Siempre me pasa lo mismo. Es llegar el verano... Y me pesa el cuerpo 20 kilos más.

Pero hay algo que quería escribir aprovechando que acabo de terminar de colgar el último libro de Defreds. Y es que estos días han sido para olvidar. Pero como siempre... Estoy tan orgullosa de estar rodeada de las mejores chicas y chicos del mundo. Que lo tenía que decir, y seguramente lo volveré a decir en los próximos textos. Las llamadas de Clara por la mañana, los buenos días de Belén, Sonia haciendo planes para llevar el calor mejor. Silvia, buscando fechas para irnos a la playa. Patri, preocupada preguntando a cada rato. Cris, insistiendo en salir a pasear, a pesar del calor. Jorge, igual, el plan no importa, pero sal de casa. El motero, al pobre le vamos a dejar tranquilo, pero gracias. El bollo, hoy no pienso hablar de ti. 

Aún así, es que los miro, es que miro cada una de las conversaciones, y tengo la mejor familia del mundo. Les quiero. Y son las mejores decisiones que tomé en su día. No puedo ser tan mala como dicen, si me sobran mil camas para pasar las noches... Estoy muy orgullosa de teneros en mi vida.

Patricia Izquierdo Díaz


Fin

Espero que hayáis disfrutado con las historias de Recordar contraseña. Con que algún texto os haya transportado en la mente, ya será todo un éxito para mi.
Pero, shhhh, ahora viene la parte de mis libros a la que le tengo más cariño. Los pequeños relatos y microcuentos que en poquitas palabras me hacen pensar, recordar, soñar y vivir.
Espero que los disfrutéis tanto como yo al escribirlos en diversos momentos de mi vida. Son especiales, podéis compartirlos con la gente a la os recuerda, con la que ya no. Con vuestra familia, en vuestras redes. Son tan vuestros como míos.

Miles de abrazos.

Se acabaron los ojalás

Ese era el objetivo de todos ellos. Creer y desear que algún día todo esto que hemos creado fuera eterno.
Y créeme, lo hemos conseguido.
Ya no es solo un deseo, me has demostrado que esto es para siempre. Y si no lo es, habremos disfrutado cada día, cada mes y cada año vivido.
Que detrás de cada miedo, de cada mal rato, de cada momento complicado has terminado estando ahí.
Que nada es perfecto, pero con ganas, con esfuerzo y, sobre todo, superando cada obstáculo, todo es posible
La sensación de saber que en tus brazos puedo apoyarme cuando pierda la estabilidad. Porque todos somos humanos y por momentos nos perdemos y necesitamos el mapa de una sonrisa.
Contigo descubrí aquello de que el idioma sin palabras de cuando me miras es aquel que solo entiendo yo.
Que todavía quedan muchos años para los noventa.
Y muchos viajes saliendo y sin salir de casa.
Seguiremos viendo su risa cuando vuelan pompas de jabón.


Llegas a casa

Llegas a casa después de un día largo y te haces algo rápido de cenar en menos de cinco minutos. Te sientas en el sofá, enciendes la tele, pero la ignoras.
Y entonces llega la noche de verdad, la jodida noche.
Todos los recuerdos se ponen a jugar al escondite en tu mente.
Y no, no tienen hora de regreso.

Sin paradas

Llegué a pensar que el tren debería andarse con ojo 
porque era yo el que pasaba solo una vez, 
pero cuando ya lo no lo esperaba, inesperadamente,
se cruzó el tren de mi vida.
Y descarrilamos juntos.
Sin control.
No íbamos a perder el de la felicidad.
Y nos dio igual que no avisara de las paradas.

Las mejores vistas

Siempre que encuentro un diente de león,
vuelvo a mi niñez por un momento y soplo.
Veo como se deshace con el viento
y pido un deseo.

Que todo esto no sea un cuento.
Que se acaben los puntos suspensivos.
Que sigamos juntando nuestros pies.
Y que nunca suene un portazo de despedida.

Que nunca dejes de cogerme de la mano,
de besarme con abrazos.
Que lo más importante nunca sea la meta, sino el
camino.
Que algunas veces la vida podrá parecer una mierda,
pero contigo siempre tendrá las mejores vistas.

Caricias

Medimos la vida en caricias.
Nos pasamos la vida deseando una caricia más. Las de amor antes de cogernos la cara y besarnos. Las caricias previas al sexo. Las de durante el sexo. Las de después.
La caricia de antes de dormir. La que te da tu abuela.
La que te dan cariñosamente en el pelo.
Las manos que se acarician. Los dedos que juguetean nerviosos.
Las caricias de cariño. Caricias de abrazos entre amigos. Las caricias de complicidad. Las intensas y las suaves. Las que matan de placer. Y las que sabes que nunca volverán.
Las caricias en la espalda. Las caricias que te produce una canción. Las de una buena peli. Las caricias que no se notan, pero que van por dentro cuando te habla.
Las caricias que curan. Poder llenar de caricias tus vacíos. Las de despedida para siempre.
Cuando paran las caricias, cesa todo. Se para hasta el viento.

Recordatorio (II)

No olvides que todo eso roto que ves al fondo es tuyo.
Para la próxima que vuelvas a entrar, no olvides cerrar la herida cuando te marches
Para la próxima que asomes tu cabeza, no te olvides de comentarme que solo era para un rato.
No es tan delgado como los demás. No se relaciona tanto como la mayoría.
¿Merece que lo excluyas?
Su risa es diferente. Su nariz más grande.
¿Merece que te rías?
Tiene aficiones diferentes. Le gustan personas de su mismo sexo.
¿Te crees mejor que ellos?
Es muy tímido. Le avergüenza hablar en público.
¿Te gustaría que te lo hicieran?

Incluye, no excluyas.
Todos merecemos sonreír, no tener miedo de ir a clase.
Acércate, no te alejes.
Todos alguna vez necesitamos un apoyo para no caer.
No te lo calles, no seas cómplice.
Cuando crezcas un poco más, te arrepentirás si no lo haces.
Cuéntalo, aunque no te pase a ti.

Vidas de menos a cambio de copas de más

Ella solo recuerda que iban charlando. El recuerdo se desvanece por momentos, pero recuerda que era una conversación muy agradable. De un nuevo trabajo que le habían ofrecido.

Acababan de volver de cenar en un restaurante italiano que habían inaugurado a las afueras de la ciudad.

Tocaba volver a casa por la autovía.

Recuerda que no hubo gritos. De repente, un coche llegó de frente sin previo aviso y sintió el golpe. Y luego solo silencio. Como si se hubiera parado el mundo y ya no quedara nadie.

Y lo vio en el asiento de al lado, ensangrentado. Respirando a duras penas, con los ojos cerrados.

Y los dos atrapados, los cinturones no se podían quitar, el coche estaba aplastado.
Solo le dio tiempo a decirle que le quería, que aguantara un poco más, que estaba a punto de llegar alguien.

Y de repente, bomberos, policía, un tumulto. Una camilla que se la llevaba mientras a gritos preguntaba por él, por saber dónde estaba.

Para él el golpe fue peor, no le dio tiempo a sobrevivir.

Le quedaron pendientes días de menos por vivir.

Todo por culpa de unas copas de más del que venía de frente.


No te lo imaginas

Tú no tienes ni idea de todo lo que pienso. Sigues con tu vida como si nada hubiera pasado, o eso al menos es lo que parece a simple vista.
Pero no te imaginas las veces que he pensado en dejarme llevar y llamarte una madrugada cualquiera
para volver a oír tu voz. Y decirte que te echo de menos, preguntar si al menos una vez de este último
año y veintisiete días te has acordado de mí.
Si te acuerdas de la última vez que nos vimos, si re- cuerdas algo de la conversación. Si, aunque sea por una hora, lo has echado de menos.
Si todavía pones a todas horas Antes de morirte y la cantas a grito pelado en el salón. Si has descubierto nuevos grupos en todo este tiempo.
Si ya terminaste de leer Puerto escondido o lo dejaste a medias como todos.
No te imaginas las veces que he tenido ganas de echar a andar y llegar hasta tu casa y escribirte un mensaje para que bajes, como hacía antes.
Dar un paseo hasta el final de la ciudad. Y que se acabara el día.
No te lo imaginas...

Ya no queda nada de ti

Has desaparecido. Bueno, realmente no. Sigues ahí, pero ya no eres la misma persona,
Te veo por cualquier calle del centro y no te reconozco. Tanto tiempo de amistad, de compartir fiestas y momentos y ahora ya no hay nada. Caminas como por dentro de una nube. Nada te impacta. Ya nada te emociona.
Seguiste ese camino de malas compañías del que yo intenté alejarme. Quise que vinieras conmigo y te negaste. No pude hacer mucho más por intentar evitar que cayeras en ese pozo negro. Una cloaca de la nada. Probaste mucho más de lo que deberías. Decidiste no hacer caso a nadie. Pasaste de la familia. 
Tus padres ya no saben qué hacer contigo, nunca pudieron controlar tus malos vicios, y ahora mucho
menos.
Algunas veces me encuentro con tu madre por el barrio y me dice entre lágrimas que si sé algo de ti, ya que antes hacíamos tan buenas migas. Le digo que creo que estás bien, aunque me lo invento para que sufra un poco menos.
Y te juro que me rompe por dentro. Cómo puedes hacerle esto.
No sabes lo que te echa de menos tu hermano pequeño.

Aquí está nuestra fiesta

Esta noche de sábado no vamos a salir. Nos apetece quedarnos en casa y hacer una tortilla de patatas.
Ponerlo todo patas abajo en la mesa de la cocina.
Bajar la persiana para que nadie nos mire perdernos.
Ponernos con la manos en la mesa.
Pedir una canción que suene, que se pierda la ropa y luego no aparezca.
Servirnos un vino desnudos. Tomar varios tragos para recuperar el aliento.
Entrelazar las piernas en el sofá. Ni darnos cuenta de que los móviles están a saber dónde.
Buscar una peli que nos haga pensar y ni pararla cuando comience el calor.
Escuchar canciones antiguas de Pereza, tú con un auricular y yo con el otro.
No saber ni a qué hora nos acostamos. Sin poner despertador, que mañana es domingo y nada importa.
Aquí estamos tú y yo para hacer un gran plan de la nada.
Aquí está nuestra fiesta, no hace falta ropa de gala.

Pregunta

Cuando hay amor, pero está lleno de circunstancias que lo impiden,
¿es posible o son excusas?


Quiero decirte

Quiero decirte que ya no te quiero como el primer día.
Con todos los problemas y las preocupaciones. Con el día a día y los sueños.
Con cada proyecto, cada beso y cada postre.
Con cada noche que caemos derrumbados en la cama, cuando el cansancio gana.
Con la rutina y las dificultades. Es inevitable ver que todo ha cambiado.

Te quiero todavía más.

Pasas de largo

Tú no avisas. Vas acumulando y acumulando. Callando y callando. Hasta que un día explotas y ya
nada tiene marcha atrás.
No perdonas ni un solo fallo porque tú procuras no tenerlos. No haces nunca lo que no te gustaría que te hicieran.
Ya no te interesas más. Pasas página y te da igual que fuera tu libro favorito. Haces incluso una hoguera con él si fuera necesario. Y ves como se queman todas las páginas. Soplas las cenizas para que ni se acerquen.
No avisas de cambio de película. No esperas cinco minutos. La cambias y eliges otra. ¡Como si no hubiera cartelera!
Tú eres así y nada va a cambiarlo. A la primera decepción, pasas de largo.


En estas fechas

En estas fechas de reencuentros y cervezas con los más cercanos, en estas fechas de vueltas a casa y abrazos multiplicados.
De recordar todavía más a los que este año no se sentarán a la mesa y de sonreír sin parar a los nuevos habitantes de este mundo que muchas veces no es fácil de entender.
En estas fechas de ponernos un poco más en la piel de los demás. De pedir deseos, de villancicos, pequeños detalles y luces.
En estas fechas que echas la vista atrás y te paras a pensar en los trescientos días anteriores. Todo lo que ha sucedido en los meses previos.
En estas fechas, cuando veo a Papá Noel por las calles con sus caramelos y su barba blanca tan larga, me acerco a su oído y le digo que este año no quiero regalos. Le hablo de ti y le digo que este año que viene también lo quiero pasar contigo. Tan bien contigo.
Sumando hasta el infinito.
Me da dos sugus. Me sonríe y me dice que verá qué puede hacer. Que lo hablará esta noche con sus renos. Me marcho para casa. Que ojalá se cumplan mis deseos.


Dibujos animados

Que igual La sirenita solo quiere salir a bailar.
Ese momento que tu ropa preferida del armario es cambiada por otra como  Buddy por Buzz Lightyear en Toy story.
Up nunca nos dejará olvidar el amor ni los globos.
La emoción de El rey león aunque la vez por milésima vez.
Aprendiendo de Bambi a luchar contra las inseguridades.
Un Robin Hood de sentimientos.
Que igual Cruella de Vil no era tan mala.
Sonriendo como niños escuchando Lo más vital.

lunes, 24 de junio de 2019

Minuto cincuenta y nueve

Todavía recuerdo un pase al hueco de Mostovoi en Balaídos. Y un chico de Moaña que entró en el cincuenta y nueve para subirnos un poco de los infiernos. He visto goles que hacían volar un estadio. Amigos que se abrazaban como si no hubiera un mañana.
He sentido besos que suben al marcador. De los que repetirías mil veces. La primera vez que nuestras manos se tocaron perdimos 4-0. Tanta rotación en el barrio de Vallecas. Pero nosotros ganamos.
El beso de Casillas y Sara fue bonito. Pero mucho más cuando me das por la mañana tus "buenos días" todavía con las sábanas. Lleno de amor y pasión. Balones fuera.

Y eso duele

Una noche más se tumba con canciones de fondo. Ni las eliges; que suenen como quieran. Pensando se da cuenta de que siempre lo da todo por el mundo. No lo puede evitar, le sale por puro instinto. Su forma de ser. 
Prefiere que todos estén bien a estarlo ella misma. Ese bucle desde que nació.

ESTAR PARA TODOS. PARA TODO. SIN ESPERAR NADA A CAMBIO.

Pero eso llega un momento que explota, que la derrumba. Harta de que cuando está mal el mundo no se dé cuenta.
Nadie está. Nadie abraza y dice al oído "aquí estaré" como ella tantas veces ha repetido.

Y eso duele...


Exprimir segundos

Mira en qué mundo vivimos. Cualquier día puedes salir a la calle y, por infortunios, nunca volver. Puedes viajar y nunca hacer el camino de vuelta. Simplemente estar en un sitio en un momento exacto, por desgracia. Puedes tener el día más feliz de tu vida y que aparezca el día siguiente una enfermedad que igual nunca desaparece. No entiende de edades ni de momentos.
Con el paso del tiempo aprender a vivir cada minuto como si fuera el último. Para que, pase lo que pase, sepas que has exprimido el máximo cada momento. Sin miedos, porque ya nada es evitable. No sabes dónde está el último beso. El último abrazo.
He aprendido a soltar todos los "te quiero" que me salen. Aunque algunas veces parezcan demasiados.
He aprendido a disfrutar de un paisaje, una canción. Una película. Un instante al lado de la persona que amo. 
No voy a cambiarlo. No tengo ni idea de cuántos segundos quedan. Pero van a ser apasionantes.

Marta se va a clase

Marta se levanta para ir a clase un día más. La persona que sale en el reflejo no le gusta nada. Pero no queda otra que vestirse y pillar el autobús un día más. Allí algunos niños se ríen a su paso. Supone que será por lo de siempre. Eso de que está "un poco rellenita". Bueno, eso lo dicen los mayores cuando quieren quedar bien. Lo que suele escuchar a sus espaldas es que está gorda. Se pone los auriculares con música mientras sube. Suena Lady Madrid. 
Muchas veces hace como que no ha escuchado y no se lo cuenta a nadie has que se apaga la luz. Ahí se lo cuenta a ella misma antes de quedarse dormida.
Al fin y al cabo, es una chica más, con sus miedos. No se merece se la señalada sin piedad. Y además intenta privarse de cosas. Como la sociedad "manda" por estar un poco más delgada.
Pero nadie hace nada. Acoso constante. "Son cosas de niños", escucha. Cada vez tiene menos ganas de ir a clase mañana. Menos ilusión por sus sueños.
Pero va a luchar, de eso no se cansa. Ojalá pueda inculcar sus calores al futuro.

La habitación de al lado

Solo necesito que no me sueltes de tu mano. Recorrer una ciudad que nos sabemos de memoria pero que parece nueva si tú vas al lado. Cenar en un sitio sin preocuparnos de saborear y comernos con la mirada. Meternos en cualquier bar donde se pregunten qué hacen esos dos gilipollas besándose contra la tragaperras. Y nosotros riendo.
Y cuando casi no quede noche, subir a la última planta del hotel más lejano y meterte mano en el ascensor. Por dentro de  tu ropa interior. Que la puerta se abra y una pareja de ancianos esté esperando para bajar y que nos dé igual.
Que te tires en la cama sin bajar las persianas. Boca abajo. Boca mía encima de ti. De tu espalda. Morderte despacito, dejarte sin sujetador. Llueve fuera. Llueves tú. La lengua por los muslos... El calor. Quizá esta noche no vamos a dormir. Quizá se enteren en la habitación de al lado.

La clave

La clave es poner todo el corazón en las cosas haces. Si eres capaz, las cosas llegan solas. La ilusión se  multiplica.
Y si no llegan, siempre lo habrás intentado. No te quedará la duda ni haber dejado intentos en el último cajón de la mesilla. No te imaginas cuántas buenas ideas están por ahí escondidas.
Parece fácil, pero no lo es tanto. Por desgracia, hay personas que no pueden ponerlo porque no tienen.
Tan triste como cierto.
Siempre buscando que le vaya mal al cercano que le va bien antes que seguir ellos intentándolo.
Las cosas más bonitas salen así. Solas y desde dentro.

Dejándolo caer

Llegará el fin de semana de nuevo. El que siempre tarda demasiado en llegar para ti por culpa de los turnos infernales.
Te pondrás todavía más guapa para ti. Sonreirás el doble. Pondrás esa mirada de comerte el mundo que sabes que me encanta.
Te harás la despistada cuando te recuerde lo que me dijiste la semana pasada. Cambiarás de tema por si cuela. Me sigues la mirada desde el fondo.
Vivirás en ese bucle de estar y estar que tanto te gusta. Ese que todo el mundo te dice, pero que no saben la razón. Dejándolo caer.
Seguirás la línea recta de no arriesgar. No quieres más problemas, es normal. Los recuerdos del miedo. Mejor asegurar.
Entrarás a la discoteca y te cansarás pronto. Prefieres volver al bar de las copas a tres euros. Allí no se mezcla el alcohol con algún recuerdo de colonia.
Bordeando el mar hasta llegar a casa. Respirar aire puro, escuchar las olas. Hacer el mundo más puro.

Sin darnos cuenta

Cómo te explico que pasamos de todo a nada.
Cómo pasamos de ser un «ojalá me escriba» a un simple número desconocido en contactos.
Como aquellas charlas de horas ahora son voces que se van apagando en el recuerdo. 
De conocer todos nuestros secretos a parecer semidesconocidos.
Y casi sin darnos cuenta.

Gracias

Un día, cuando era pequeño, estaba sentado con mi madre en el sofá haciendo zapping sin saber qué poner en la tele. En un canal, por casualidad, estaban emitiendo una película antigua.
Mi madre se sorprendió y me dijo: "Anda, deja ahí, que es de un grupo de música que me gustaba de pequeña".
La verdad, de primeras no mostré mucho interés pero poco a poco me fue gustando lo que escuchaba.
Al acabar, emitían su segunda película. Y decidí, como dijo una vez Dani Martín, que yo también quería ser algún día un «Hombre G».
Desde entonces, empecé a recorrer tiendas de segunda mano, por si encontraba discos de un grupo que ya ni existía. No había internet y cada casete rascado era un premio para meses.
Cada canción que descubría la escuchaba mil veces, como si fuera la primera vez.
Siempre digo que, si escribo, es por haberles escuchado. No es nada fácil escribir una canción sencilla que sea para toda la vida. Que entre por tus oídos y nunca más desaparezca.
Y como creo que escuché alguna vez, sus canciones son como pequeñas películas que te vas  imaginando mientras suenan. 
A mi manera, conseguí mi sueño. Dejar algún texto que alguien recuerde para siempre. Que le dé su sentido y le haga sonreír.
Gracias, Hombres G. Gracias, David, por un día empezar a componer.

Se van a acabar las distancias

No siempre se puede elegir que el amor pueda llamar cada noche a tu puerta. Algunas veces las ganas y la ilusión están ahí y los kilómetros juegan sus cartas. Barajan y deciden que el amor de tu vida no está cerca de casa.
Y hay mucha gente que no cree en ello, pero no ven todos los esfuerzos, toda la ilusión de mantener la llama, buscando algún día poder acercarse definitivamente.
Poder decir orgullosos que fue a distancia. Poder decir orgullosos que acaban de conseguir dos juegos de llaves y un felpudo.
Que han conseguido dejar atrás las noches de ausencia, extrañar los besos, necesitar un abrazo y no tenerlo.
Recordarán con cariño cada viaje, cada espera, cada llamada, cada mensaje diciendo «te echo de menos». Porque,cuando hay amor, todo lo demás es lo de menos.
Cuando hay ganas y, sobre todo, ilusión, ya estás pensando en el mañana. Valoras hasta cada vaso de agua.
Sueñas con ir de la mano por la ciudad cuando te cruzas con dos personas bajo un paraguas. Pero ya huele a que se acaba. Después de tanto esfuerzo, al fin, se van a acabar las distancias.



Pepe y Angelita

Mis padres viven en un A. Cuando era pequeño, en el C vivía una pareja de ancianos. Al menos para mí y mis cinco años, eran ancianos.
Recuerdo una noche que mis padres tenían que ir al hospital para ver a un familiar y cené en su casa.
Me llamó la atención que ella tenía el pelo muy muy blanco y él unas gafas enormes, con unos cristales supergruesos. Y tenían tres gatos que siempre correteaban por la casa.
Fui creciendo, pero siempre les guardé un cariño especial. Siempre estaban juntos, paseaban juntos, hablaban mucho de política y de libros, aunque yo no entendía todo.
Recuerdo que una noche, en su cuarenta aniversario, se vistieron elegantes para ir al teatro. Acurrucados bajo un enorme paraguas.
Hoy, que ya no vivo en casa de mis padres, mi madre me llamó para contarme que la señora Garrido había fallecido, tres días antes de las bodas de oro.
Y me acorde con pena de Pepe, que así se llamaba el hombre.
Veinticuatro horas tardó en reencontrarse con Angelita.
Porque algunas veces el amor es para siempre. Porque algunas veces te quedas tranquilo sabiendo que lo has dado todo. Y aquí abajo, el todo era compartir momentos

sábado, 22 de junio de 2019

Sin rencores

Te quería dar las gracias por el detalle de acordarte de mis oposiciones. Por mandarme un WhatsApp deseándome lo mejor. 

He estado pensando, que tras tanto tiempo pasado, ya no te guardo ningún tipo de rencor. Lo supe el día que quise jugar contigo al ratón y al gato. Y ratón me comió. Que no me importa si vas o no a mi cumpleaños. Que no me importa si estás con otra o si te salió mal. Que no soy rencorosa, y que mi enfado hace tiempo voló, y el dolor que me dejaste sanó. En la vida ocurren cosas así, las decepciones, los desamores, los engaños... son parte de nuestro aprendizaje. 

Si vuelves... y si sigues teniendo detalles como el de hoy, tan mal no lo he hecho, supongo que esos detalles salen con personas a las que tienes cariño, y agradezco que tengas un buen recuerdo de mí (aunque esa parte de mi que vive con coraza, piense que es para quedar bien, como tantos otros). Quizás hoy me pillas con las defensas bajas. Pero quiero que sepas, que por mi parte, está todo olvidado, has sido un aprendizaje más muy doloroso por cierto, pero inevitable. A mi mejor amigo aún no se le ha olvidado pero es difícil que te encuentre por el mismo camino. 

Sin rencores. De cero, no. Eso es una estupidez. Nadie puede empezar de cero. Pero todo olvidado. Creo que es la forma más sana de cerrar círculos. También te aviso que no seremos amigos, pero que si te veo, te saludaré. Gracias por tu mensaje de esta noche. Ha sido un detalle.


Patricia Izquierdo Díaz


El Bollo opositor

Mañana es un día especial. Me presento por primera vez a las oposiciones de profesora de infantil. A estas horas ya estoy un poco bastante alterada. Y me he encerrado en mí misma. No quiero saber absolutamente nada de nadie. 

Aunque tengo un pesado que me regala chocolate para luego decir que mi culo está en expansión, que me hace la mochila para mañana y me mete regalices y una manzana para el descanso. Que está pendiente de los bolígrafos que llevo y me da voces mientras me dice... ¡uno más por si acaso! Bollito... hoy estoy un ñoña... Necesitaba mimitos y tú me los das como hacemos siempre, a voces, y pegándonos. ¡No me dejas llorar tranquila! Porque eso es de niñas. Pero es que te quiero tanto. ¿Cómo te voy a agradecer en esta vida todo lo que haces por mi? Pocas veces te lo digo en persona, creo que nunca... Pero te quiero por estar siempre, siempre a mi lado.

Por llenarme la cabeza de consejos que sabes que no te haré caso, a veces, pienso que eres más un padre que un amigo. Por no dejar de repetirme, te estás chocando contra una pared y ¡encima vas y aceleras, Patri! Por estar pendiente de todo, por sacar tiempo de debajo de las piedras. Por hacerme sentir que me adoras cada día. Qué suerte tiene ella... Qué suerte tengo yo de tener el mejor amigo del mundo mundial.

Esta vez no es como las otras donde siempre digo voy a suspender... Y apruebo, sé que llevas años escuchando eso, y haciéndome ver que apruebo y con nota. También me gusta verte orgulloso de mí. Diciéndoselo a todo el mundo. ¡Qué bocazas eres! Gracias por estar ahí siempre, solo espero que cuando suspenda, estés ahí y sienta que no te he defraudado. Gracias por venir a recogerme, por cuidarme tanto, es que no sé qué haría sin ti, si te has convertido más que en mi familia. Ojalá encuentre a alguien algún día, que me haga sentir tan única como me haces sentir. Que me haga ver que tenemos una relación especial y sólo de nosotros. De momento, tengo un novio postizo maravilloso, ¿a qué sí? Un bollito relleno de amor.

Me voy a ir a dormir, que las 6.30 llegan pronto, aunque dudo que pegue ojo. Mañana te veo, y gracias, gracias, gracias por llegar un día a mi vida y quedarte. Quedarte para no irte.

¡Ah! Y gracias por conocer al motero, sé que te resistías un pelín, y sé que piensas que me estoy equivocando. También sé que si falla... no le pegues, ¿eh? 

P.D. Espero que no se te haya olvidado nada de meterme en la mochila. A mi se me ha olvidado decirte lo que te quiero.

Patricia Izquierdo Díaz