martes, 17 de septiembre de 2013
Nada es para siempre
Le quieres, simplemente le quieres, pero sabes que algo falla, y algo falla siempre. Su tacto es distinto, su aroma, sólo suyo, y sabes que es él. No hay nadie como él, lo tiene todo, lo tenía todo. Luchas por esa persona que ya no existe, ya no está. Ha cambiado, pero sigues queriéndola aunque la mires a los ojos y ya no la encuentres. Su cuerpo esta allí, pero no la reconoces, su roce es frío y distante. Sabes que algo pasa, no lo entiendes, pero ya nada es igual, y es cuando sientes los pedazos de tu corazón rompiéndose a la vez que se marchita. Él fue mi milagro, lo fue todo. Fue un rayo de luz en la oscuridad, fue una cría de ave que busca en tus manos calor y seguridad. Nuestras miradas hablaban más que las palabras, y nuestros sentimientos pensaban que durarían para siempre. Al menos uno de ellos lo pensó. También pensó que era el mejor, pero como todo, nada es para siempre. Ni los amigos de la guardería, ni la cría en nuestras manos, ni una rosa de primavera... todo acaba perdiéndose, aunque nos dejemos la piel en salvarlo y revivir aquello que ya ha volado.
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