Un ruido de silla que se mueve, como si la hubiesen empujado. Después silencio. Ese silencio pleno. El silencio de los besos. Ese que habla de sueños y fábulas, de tesoros escondidos. Los más bellos. Y ella lo sabe. Y mientras aprieta con más fuerza la almohada piensa que quizá el amor verdadero sea un amor simple hecho de días juntos, cada cual con sus propios deberes y aficiones. Un amor hecho de risas y bromas, de proyectos que realizarse... Puede que sea preciso viajar antes de saber cuál es la meta adecuada para nosotros. Quizá cada vez que amas sea la primera.
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