Pero me fui
acostumbrando a tu ausencia, y ya no eras más el tema exclusivo de mis versos,
te fuiste convirtiendo en papeles y cartas viejas que se esfumaron junto con
tus promesas de amor eterno. La última que recuerdo haber visto la consumió lentamente
el fuego, asistido por mi mirada de libertad.
Víctor De la Hoz
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