Fui posponiendo todas las cosas,
ocultándome entre las ramas de algún amor precipitado,
escondiéndome entre el efímero calor
de las buenas palabras de amigos que me quieren ver bien,
huyendo siempre hacia delante,
evitando ver lo que tenía dentro,
tratando de dar al destino con la puerta en la cara,
pero tuve que rendirme.
No pude eludir la cita que tenía conmigo
y tuve que bajar hasta el fondo de mí mismo,
igual que un hombre que bajaba al cuarto de calderas sin linterna.
Allí estaban mi tendencia a agradar al resto
tapando al miedo a que no me quisieran,
mi necesidad de demostrar que soy inocente
sin saber nunca de qué,
un hueco en la pared hecho de ilusiones rotas,
que les inculcaron a sus partes,
el rencor que me dejaron las promesas incumplidas,
las expectativas hechas pedazos,
y decidí no tratar de achicar el agua de ningún Titanic,
no quise correr, decidí sentarme a mirar
y ver que toda esa porquería también forma parte de mí,
y no quise recogerla y tirarla por la ventana
sino entender de dónde venía
y perdonarme por no ser perfecto
y por eso no tiene final este poema,
porque estoy en ello.
Marwan
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