Me gusta la diferencia, la equidad compartida y el respeto en su máxima expresión.
Me gusta llevar los cordones desatados, un calcetín de cada color y vivir pensando (y haciendo) un mundo mejor.
Me gusta lo romántico, lo cursi y lo imposible. Me gusta porque ya a casi nadie le gusta.
Me gusta defender a los animales, me gusta no comérmelos y me gusta vivir vestida de justiciera aunque eso muchas veces suponga auténticos quebraderos de cabeza.
Me gusta ser distinta, me gusta la rebeldía que sale de mis pestañas y el amor que siento por ti y por la vida.
Me gusta no seguir las reglas, no arrojarme a la vertiente costumbrista de ideologías absurdas y me gusta pintar de bonita mi alma. Siempre fue mejor que hacerlo con mis labios.
Me gusta no ser como los demás, me gusta ser la oveja negra y la que brilla en silencio.
Me gusta, ¿sabes por qué? Porque es la única forma de sentirme feliz, donde mis pasos toman conciencia de mis actos y el abrazo (ya costumbre) de mi almohada, se convierte en un acto deleitoso.
Porque me gusta saber y pregunta qué hace el resto para yo hacer justo lo contrario.
El mundo ha cambiado y mejorado por personas que piensan como tu.
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