Maldito momento en el qué me dejé llevar, en el que no pude
controlarme y, sin pensar en las consecuencias a posteriori, le dí al botón de
enviar. Tres, dos, uno... ya no hay marcha atrás. Ya está hecho. Y para más
inri el doble check me confirma que le ha llegado.
De nuevo ahí estaba yo, dejando que el vino me ganara la
partida. Y yo que les he dicho a las chicas que no lo volvería a hacer por nada
del mundo...!.
No sé qué es peor, si contarles que he vuelto a
caer y que de nada han servido las tres horas de lecciones de vida, o ser
consecuente con la realidad y aceptar que he hecho pedacitos mi orgullo y he
vuelto a él, y de la manera más inconsciente que existe, tras una noche de
copas.
En estos momentos el corazón es quien
habla por mí y, por mucho que pongo de mi parte, me resulta imposible controlar
mis sentimientos.
De nuevo me siento atrapada. Él, sin permiso y sin ser consciente de ello, me
tiene cogida de pies y manos. Cada día busco la manera de salir corriendo y no
saber más cómo está y cómo le va, pero es que cuánto más quiero hacerlo menos
puedo!.
Entre mil dudas y con la
cabeza llena de pájaros, y no de los que cantan precisamente, conseguí
conciliar el sueño. Es mejor no pensar. A fin de cuentas, tampoco estoy
cometiendo un delito del otro mundo.
......
Supongo que a todos nos ha pasado esto más de un día o una noche, y más de dos.
Que juras y perjuras a tus seres queridos que no lo volverás a hacer. Que te
las das de fuerte diciendo que ya no te importa, y que no vas a malgastar más
tu tiempo en él/ella.
Y lo peor de todo es que nosotros mismos nos lo llegamos a creer.
Luego la realidad es otra. No somos tan fuertes como creemos, al revés, somos
tan débiles que a la mínima de cambio volvemos a caer. Y sí que nos importa el
cómo está y qué estará haciendo, claro que nos importa, sino no estaríamos
pensando en él/ella cuando nos levantamos, cuando trabajamos, cuando comemos,
dormimos la siesta, cenamos o cuando nos metemos en la cama. Sólo tenemos una
vida y hay que arriesgarlo todo. Si sale mal, aprenderemos de ello, y si sale
bien habremos ganado la partida.
No podemos olvidar que somos personas, y que por naturaleza vamos a dejarnos
siempre la piel por lo que queremos, aunque salgamos dañados de ello. Nuestros
instintos están preparados para arriesgar, y podremos frenarlos por un tiempo,
pero no para siempre. Nosotros mismos sabremos cuando es el momento de decir
basta.
La pequeña testaruda
Como decían grandes filósofos, somos humanos imperfectos, eso nós define como humanos
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