Si vivieras conmigo, estoy seguro,
no añoraría los besos que me debes.
Ni olería tu piel de aquellos días,
cuando el mundo empezaba entre tus piernas.
Si vivieras conmigo no tendría
la desazón de no escuchar tu nombre,
ni el insomnio cuando intento imaginarme,
los brazos que te miden cada noche.
Si vivieras conmigo no podría
reconocerte en todas las muchachas
que se cruzan conmigo por las calles.
Si vivieras, en fin, en esta casa,
seguramente escribiría los mismos versos
a la mujer que no vive conmigo.
Rodolfo Serrano
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