Idiota, consentido y depredador.
¿No te vale con el sufrimiento que dejas cada día, cada vez que pasas cerca? Buscas cualquier tontería para volver a tenerme a tu lado. Una excusa nada perfecta, nada sutil ni ingeniosa. Todo vale para estar lo más cerca posible de mí. Para machacarme, para hacerme sentir más culpable, para hundirme en cuanto levanto mi cabeza hacía un resquicio de luz.
Niño mimado. Has tenido todo en esta vida, no sabes lo que es luchar, los iguales que necesitan de tu ayuda para afrontar cada día. ¿Tú presumes de tu experiencia en la vida? Pedías dinero y te lo daban, buscabas trabajo, y lo tenías. Querías un coche, y en tu garaje aparecía.
El amor. Es es algo totalmente distinto, que se riega y cuida cada día. Que duele y hace daño a partes del cuerpo desconocidas. El amor no se pide, ni se mendiga. Ni siquiera se obliga. Surge de la nada un buen día, sin ser esperado, sin quererlo y a veces en los peores momentos.
Espero que eso lo hayas aprendido y lo tengas en mente. A la gente no se la compra, no se la impresiona con velas, bombones o el diamante más caro. Miento. Algunas personas sí; e insisto, el amor ni se compra ni se vende, a diferencias de las compañías.
Los celos son otra cosa bien distinta. Aparecen de las cenizas de un amor ya acabado, de un desamor prolongado en el tiempo. Los celos se reavivan cuando te veo con otra chica. Y no sé ponerles calma. Y esa es la razón por la que te odio tanto.
Por la que odio tenerte cerca siempre, paseando a mi lado, mirando de reojo. De ahí viene mi odio, de amarte tanto.
Patricia Izquierdo Díaz
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