El rojo de Chanel que en tus labios
manchó de cicatrices mis recuerdos,
fingimos estar locos siendo cuerdos,
quisimos ser idiotas siendo sabios.
Y ahora cada uno en una casa
sin lado de la cama preferido.
Qué iluso por habernos conocido
y veremos frente a frente sin carcasa.
Dijimos "Para siempre" muchas veces,
y "siempre" es el adverbio de los locos;
promesas que se escurren como peces.
Se acaban los reproches, los sofocos.
Adiós y sé feliz, te lo mereces.
La escena ha terminado. Fuera focos.
Luis Ramiro
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