Cuántas ganas de darte mi corazón de barro,
mis desplegadas alas de papel pinocho.
O cosas más sencillas: una copa de vino,
las señas de mi casa, un trozo de mi cama.
Y mañana, café al despertarnos y este poema
dibujado en el espejo empeñado del baño.
Pedro Andreu
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