Él. Mi gran amor, mi mundo. O yo, la que única que me acompañaré siempre. Si me elijo a mí, me siento egoísta, si le escojo a él, siento que me olvido de mí.
Me siento orgullosa de salir a la calle y ver como compañeras, amigas, conocidas, se elijen cada vez más a ellas mismas. Antes, es posible que un hombre o una relación de muchos años, nos condenara a una vida ya planificada, a algo que se había establecido gracias a la sociedad en la que vivimos.
Cada vez somos más las que nos elegimos a nosotras mismas. Las que nos ponemos enfrente del miedo, de las dudas y luchamos contra todo eso. Las que ganamos libertad. Quizás no libertad, simplemente ganamos.
Admiro a las mujeres, que teniéndolo todo, quieren más y luchan por ello, ambiciosas, personas que buscan su futuro más allá de conformarse con todo. Porque a veces todo, no es suficiente. Tener a una pareja estable al lado, perfecto, que mi mundo gira entorno a él y que ya está establecido y asimilado hasta el fin de nuestros días, es bonito, ¿qué más podemos pedir? Pues bien, ya no me siento tan rara. Somos muchas las que ya pedimos más. Ser yo, no someterme a las rutinas, vivir cada momento especial, mejor, hacerlo especial. Y cuando la vida te empieza a pasar en blanco y negro, es el momento de despertar, y pensar, ¿esto es lo que quiero el resto de mi vida? En primer lugar, tendría miedo a los cambios, a volver a salir solo con amigas, a empezar de cero. Pero como decía la canción... que todo venga de cero... Admiro a esas mujeres.
Patricia Izquierdo Díaz
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.