Este país tiene piel de dinosaurio
y memoria de pez
de pecera doméstica y pequeña.
Exhibe sus tesoros en museos
previo pago
y esconde a sus muertos en cunetas
al costado de autovías de peaje
hacia el olvido.
Este país, en un tiempo de historieta,
nunca se puso el sol;
perdió el mejor color de su bandera
por miedo a decidir,
y una guerra justa
que aún no ha terminado.
Este país se avergüenza de sí mismo
salvo cuando gana un mundial,
una eurocopa,
(mejor no hablar de Eurovisión)
mira al costado
cuando sus hijos del sur
tocan la puerta,
y ejecuta reverencia cortesana
cuando al norte lo demanda.
Este país no cree en su pasado
y por eso confía su futuro a los mercados.
Escupe a sus parados,
niega a sus viejos,
apalea jóvenes de todas las edades,
y lo gobiernan los tontos del pueblo,
solemnes,
como solo saben serlo los orates.
Este país,
desde hace años,
es mi país.
Por eso
duele.
Carlos Salem
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