¿Y por qué se acaba la pasión?
-preguntó ella.
Será porque las pilas del amor
no son recargables
y las pérdidas de aceite del corazón
siempre van a parar al estómago.
Será que con el paso del tiempo
nos hacemos expertos
en engañar a Cupido
cada catorce de febrero
mientras jugamos a desquerernos,
mientras vivimos a cuentagotas.
Tal vez habría que encontrar un bisturí
para diseccionar los miedos,
tender al sol la ropa de las ilusiones rotas
y la adolescencia que no tuvimos.
O quizás sea más sencillo
-respondió él- y es que NADA
dura para SIEMPRE.
Diego Ojeda
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