Quedar de nuevo con amigas del colegio, que te conoces desde los tres años, te traen recuerdos a tu mente que aparentemente están borrados.
Vuelves a recordar todos tus pasos, sientes nostalgia al mirar para atrás y al pensar en aquellas personas que dejaste en el camino. No, no las he olvidado y ahora lo sé. Personas que fueron una parte de mí, demasiado importante para olvidar. Creo que por mucho que pasen los años, esas personas continuarán ahí. Gracias a ellas soy como soy. Los sentimientos malos del por qué nuestros caminos se separaron, ahora son difusos y nada claros. Eso sí que se ha borrado. Todo es positivo e incluso es posible que eche de menos algunas cosas que pasaron. Pero no, jamás volvería atrás.
¿Quién sabe? La vida da muchas vueltas, a veces demasiadas. Y yo, que no me gusta pensar demasiado en el pasado, hoy me ha servido para algo: estoy orgullosa de mi.
Prácticamente a diario dudo de mí, de lo que soy. Soy así por diversas razones, por todas las piedras que encontré en mi camino, por todas las veces que me hicieron caer. Algunas de ellas, no fue una sola vez. En ocasiones, nos encariñamos con ciertas piedras que nos hacen caer una y otra vez, y así sucesivamente.
Me hago mayor. Lo sé. Algo que no me gusta reconocer. Pero saber como avanzan las vidas de los que crecieron conmigo, te hace ver tu propio progreso. No, ya no soy una niña. Apunto de terminar mi carrera. He hecho tantas cosas... Y aún me queda tanto por hacer, que mi objetivo es mirar al futuro, mirar hacía delante, seguir tropezando para levantarme, construir mi camino, y... ¿quién sabe? Hay caminos que el destino los hace cruzarse de nuevo. Tiempo al tiempo, pero un brindis por las viejas glorias del pasado que continúan dando guerra en el presente y que les espera un futuro lleno de incertidumbre y sorpresas.
Patricia Izquierdo Díaz
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