Arranqué mis galones,
probé la cicuta de sus labios
y todo,
todo fue nieve.
Ella fue la última dama
que me dejó en jaque,
siniestro total en el tablero,
el punto de colisión más alto.
No pudieron hacer nada por nosotros,
soplaron nuestra vela
y no nos dio tiempo a pedir un deseo.
Ni ella estaba tan loca
ni yo tan cuerdo.
Diego Ojeda
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