Hay momentos en la vida en que uno simplemente se deja querer. Porque sí, porque quiere, porque ya es hora, porque le apetece.
Quizá no le hayas conocido en la cabina de una avión destino Nueva York, o vuestro primer beso no tenía la estampa de la cuna de las civilizaciones de fondo, pero al final no se trata de eso, ¿verdad? Al final, los días se definen por el momento de llegar a casa o de salir a dar un paseo, por amanecer juntos o reír, reír profundamente. Al final, mañana quién sabe si quizá seas diabético y no puedas comer dulce o si quizá no sea tu momento para amar. Entonces, coge tu momento y ama, "ama y ensancha el alma". Porque la visa es una, y mañana nadie sabe. Las historias de películas están muy bien para el inicio, pero siempre tienen un final. Y si algo tiene final, nunca será un buen final. Así que abre esa botella de vino que guardabas para una ocasión especial, descorcha el mejor champán y vive, vive intensamente. Porque mañana... ¿quién sabe?
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