- Te quiero.
El corazón me da un brinco al notar el deseo que hay en su voz, pero al mismo tiempo la parte analítica de mi cerebro se pone en marcha. Es poco probable, replica en todo burlesco. Hace un mes, ni siquiera me conocía.
- No, no me quieres - repongo - Todavía no.
Frunce el entrecejo como si le hubiera hecho daño.
- Lo digo en serio - insiste, con sus labios muy cerca de los míos.
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