Es así, encuentras una diosa en el metro,
comienzan las miradas,
de un modo cada más insistente,
se te pasa de todo por la cabeza.
Piensas en la manera de abordarla
hasta que, de repente, un conocido se te acerca
y pretende darte conversición hasta bajarse,
estúpidas anécdotas una tras otra,
mientras tú sientes que no habrá manera
mirando con tristeza a la chica,
igual que ese niño que mira roto hacia el cielo
mientras ve perderse el globo
que se le ha escapado de las manos.
Marwan
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