Me gusta el tintineo de tu llaves
cuando abres mi puerta,
la alegría inestable de tu risa,
perseguirte los pasos
y las manos prohibidas.
Aunque no te halle aquí,
aunque no me habite
la árida patria de tu ausencia,
la vasta soledad
del mundo que te niega,
y me deje llevar por luces muertas
a hondos calabozos sin ti,
donde las ratas muerdan
mis pies fríos y aún te ame.
Pedro Andreu
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