Qué difícil es entender a las personas, saber que les pasa por dentro y porque llegan a hacer ciertas cosas. Puede que detrás de una sonrisa y de una pose de alegría haya una tormenta, y tú no tengas ni idea. Detrás de la cara más seria puede haber un brillo de amor y tampoco te das cuenta. Supongo que tendremos que aprender a mirar detrás de la máscara.
Pues sí, es difícil entender a la gente, todos somos muy raros. Podemos ser leales a nuestras ideas y de pronto, sentir un rayo de simpatía hacia nuestro enemigo. Hay veces en que lo mejor sería darle una patada a la lealtad, sobre todo cuando nos lleva a ponernos del lado más chungo, o cuando por ser leales a nuestros principios, ponemos en peligro lo que más queremos. Pero, si es tan mala, ¿por qué nos cuesta tanto perdonar una deslealtad?
Supongo que nada es blanco o negro, que hay momentos malos, pero también momentos de luz en que la vida vale la pena. Hay cosas que te conectan a la vida, aunque la lealtad te aparte muchas veces de lo que más deseas. Un maestro que se va te hace sentirte un poco huérfano, le das las gracias, le despides, le haces un regalo y te tragas las palabras de reproche, la rabia de que te deje abandonado. Lo mismo que al volver de un viaje, te quedan las buenas sensaciones y también el sabor amargo de que todo sea ya un bonito recuerdo. Pero a veces, está en nuestra mano que la felicidad dure un poco más, sólo hay que atreverse a dar el paso y salir de la cómoda melancolía.
Está en nuestra manos dar un paso al frente y defender lo que nos da la vida. También está en nuestra mano rechazarlo, somos personas llenas de luz y sombras, capaces de lo mejor y lo peor. La vida es muy rara, una mezcla de encuentros y desencuentros. La vida es tan rara, que te niega una simple caña con la chica que te gusta, y al mismo tiempo, les haces un hueco a los amores imposibles.
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