Mayo, 4 de 1912
Me besaba mucho, como si temiera
irse muy temprano... Su cariño era
inquieto, nervioso.
Yo no comprendía
tan febril premura. Mi intención grosera
nunca vio muy lejos...
¡Ella presentía!
Ella presentía que era corto el plazo,
que la vela herida por el latigazo
del viendo, aguardaba ya... y en su ansiedad
quería dejarme su alma en cada abrazo,
poner en sus besos una eternidad.
Amado Nervo
(1870-1919)
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