Entonces entendió que la sonrisa no es los labios, ni los dientes, ni la curva de la boca, sino el sentimiento que la provoca. Que no es el color el que hace los ojos bonitos, sino el brillo que surge en ellos cuando alguien te mira. Y de un cuerpo, lo más hermoso, son los brazos cuando te encierran, como si te estuviesen diciendo "te he echado de menos". Porque no son los pasos que deberíamos dar para estar juntos lo que nos separan, sino el miedo que nos impide darlos. Porque querer no es solo necesitar, también es ir. Y a veces lo peor de la soledad no es estar solos, sino darnos cuenta de que no tenemos suficientes cojones para dejar de estarlo. Asó que nos quedamos quietos, como quietas se quedan las palabras en mitad de un silencio. Esperando, que es el verbo favorito de la tristeza.
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