El hombre sonrió y le dijo: Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella.
La historia terminaba con esta hermosa reflexión: "El verdadero amor no se reduce a lo físico o a lo romántico; el verdadero amor es la aceptación de todo lo que el otros es, de lo que ha sido, de lo que será y de lo que ya nunca podrá ser".
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