Noto sus ojos sobre mí. Tengo la impresión de conocerlo desde siempre. No comprendo cómo ha podido tejerse un vínculo tan íntimo entre nosotros con semejante rapidez.
Hay momentos raros en la existencia en que una puerta se abre y la vida te ofrece un encuentro que ya no esperabas. El de ser complementario que te acepta tal como eres, que te toma en tu totalidad, que intuye y acepta tus contradicciones, tus miedos, tu resentimiento, tu ira, el torrente de fango oscuro que corre por tu cabeza. Y que lo apacigua. Ese que te tiende una espejo en el que ya no te da miedo mirarte.
Basta un instante. Una mirada. Un encuentro. Para revolucionar una existencia. La persona idónea, el momento idóneo. El capricho cómplice del azar.
Guillaume Musso
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