"Me han dicho, Madrid, que desde tus terrazas se puede tocar el cielo, y que no hay atardeceres más bonitos que los que puedes vislumbrar desde el templo de Debod. Que en el barrio de las letras, autores de todos los tiempos cobran vida en las piedras que lo conforman. Me han dicho que estás hecha de rincones secretos, de historias malditas y de personajes indescifrables. Aún no me he atrevido a recorrer los pasillos del museo Reina Sofía a las tantas de la noche, ni he probado esa leche de Pantera que quita el hipo y la consciencia en los soportales de Moncloa".
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