Una mutación;
un defecto, en sí:
el corazón
más grande de la cuenta.
De fábrica, dicen,
de nacimiento,
y, una vez, me salvó la vida
desviando un golpe de gracia
y sin ninguna.
En retorno,
por equilibrar, o ajustar cuentas,
quizá
algún día me la quite.
La historia tiene su punto:
estoy vivo
por mis defectos.
No intentes quererme por otra cosa.
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