Lo mismo que esos muelles
imaginados siempre,
con barcos imposibles
y tugurios de puerto nunca vistos.
Lo mismo que nocturnas estaciones,
viejas locomotoras,
con vapor escapando entre sus ruedas,
y equipajes perdidos y maletas oscuras, mujeres misterioriosas
que fuman en salas sórdidas de espera,
y un jefe de estación viejo y cansado.
Igual que calles húmedas de niebla,
y farolas alumbrando en círculos perfectos,
y unos pasos apenas entreoídos
y una sombras alargándose en gastados adoquines.
Lo mismo que el aeropuerto aquel en blanco y negro,
con aquel viejo fokker
apunto de salir hacia Lisboa,
y una pareja abrazada y las palabras más perfectas del cine.
Y el humo de un cigarro en los ojos.
Que así sea la belleza de cada despedida.
Prefiero de todos, de cada adiós prefiero
ese beso rabioso,
y esas lágrimas
de no poder decirte adiós y para siempre.
Rodolfo Serrano
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.