A veces nuestro corazón sale
despedido por la ventana. Le dan una patada, o se lanza él solo, o se tropieza
con otro corazón convaleciente, mal aparcado o cerrado sin fecha de apertura. Y
nos pasamos la vida tratando de lanzarlo de nuevo hasta arriba, para
recolocarlo en un segundo y no es posible, nunca es posible. La cuestión es que
el corazón nunca vuelve a entrar por la ventana. Entra, sí. Pero lo hace por el
portal y sube a pie con el pasado a cuestas, con paciencia de artesano, peldaño
a peldaño, resbalando a veces, piso a pido hasta volver a colocarse donde
estaba. Lo mismo sucede con todos los grandes planes. Requieren su tiempo. Las
cosas bellas requieren su tiempo. Si llega rápido y sin esfuerzo suele irse
rápido y sin remordimientos. Desconfía de todo lo que entra en tu vida como una
exaltación y también de lo que duele apenas un instante. Que los milagros
existen pero solo tienen lugar cuando inviertes tiempo en ellos.
Marwan
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