«Siento molestar y más a estas horas. Entiendo que no contestes a esto y quizá ni lo leas y es normal teniendo a tantísima gente detrás de ti y admirándote. Quería darte las gracias por salvarme. Hace unos meses (incluso ahora estoy pasando por la misma situación) mi mundo cayó en pedazos con la desaparición de alguien de mi vida. Creí en ese momento que nunca nada volvería a tener sentido, pues quién si no mi abuelo iba a llevarme de paseo o a sostenerme antes de darme un golpe. Quién si no él. Pero apareciste tú, con tus escritos, con tu libro. Me diste esperanza, fuerza para seguir adelante, para no huir como tenía planeado. Hace menos de un mes, mi abuela también falleció. Pero tú estás ahí, sigues ahí, con tus tuits, tus posts, tu voz. Estás tú volviéndome a dar fuerza para seguir con los que tengo al lado. Gracias por ser inconscientemente un gran pilar, un gran apoyo. Gracias por tus palabras, que llegan tan dentro de mí, que hacen que mis pensamientos den un giro y sea capaz de ver algo de luz ante tanta oscuridad. Gracias por tu libro, que me lo he leído veinte veces, que ya no tiene ni un solo hueco para un pósit más y que me sé de memoria todos los textos que aparecen (aún no me canso de leerlo).
Eres verdaderamente un salvavidas, mi salvavidas (y sé que también el de mucha más gente).
Gracias por ser tan especial.
Gracias por ser salvavidas (o por ser vida).
Gracias por ser luz.
Gracias por darme luz».
Gracias a ti, Claudia. Te he contestado. No podría dejar de contestar algo así de bonito. Y gracias a todos. Por leer, por estar. Por entender que a la hora de sentir no hay mejores o peores. Simplemente diferentes. Y que esta es mi manera.
Adelante.
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