Se despierta muchas veces de noche. Siempre consigue volver a dormir, pero cada vez le cuesta más sin la tele de fondo. Los festivos se sigue despertando temprano. Cuando se agolpan los pensamientos en su cabeza, ya no hay manera. Qué grande se le hace la cama. Hubo momentos donde el otro lado estaba lleno por alguien que le llenaba de caricias la piel. Después una espiral de cuerpos que solo la convertían en sombra. Y ahora, nada empapa la cama. Ni lágrimas.
Se levanta para darse una ducha larga, ponerse uno de esos vaqueros normales. Le encanta cocinar, pero lo hace menos de lo que debería. Y dibujar, pff, no había nada que le gustara más, aunque ahora lo tenga un poco olvidado.
Ha cambiado las barras por cervezas en casa de sus amigas. Lee mucho, incluso de camino a los sitios. Todavía escucha algún nombre que le hace temblar por un momento antes de girar la cabeza. Y, a su modo, a su modo, es feliz. Eso intenta. Vendrán tiempos mejores, no le cabe duda.
Defreds
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