He vuelto a viajar a Nunca Jamás. He recuperado fotos, he abierto cajas tras dos años cerradas. Estoy preparada para recordar con amor todo lo que fuimos, sin una lágrima de tristeza por lo que pudo y no fue. Me siento tan afortunada de haber compartido contigo cinco años de mi vida, de llevar conmigo una Campanilla tatuada para siempre, de poder evadirme en la playa de la Malvarrosa...
No me arrepiento de nada. Quizás de no saberte cuidar como merecías, y sin duda lo merecías.
Estamos hablando del hombre más maravilloso de la Tierra, y pensaréis pues no, es el que tengo aquí a mi lado... Pues lo siento, no lo es. Lo tuve yo, y lo dejé escapar. Un hombre que vivía para los demás, para sus trabajadores, para su familia, para mi... Me tenía consentida. Todo lo que quería, lo tenía. Le costó acceder a mi corazón, y no se rindió. Tras tragarse muchas borderías y contestaciones, conocer la peor versión de mí, se quedó. Y se quedó regalándome hechos, no diciendo que era preciosa, maravillosa y la séptima maravilla del mundo. Me lo demostró hasta que accedí a quererle. Hasta ese "te quiero" que sonó a suspiro, esa declaración que se quedó entre tus labios y los míos, entre mi mente y mi corazón, entre tú y yo apenas inaudible. Nunca olvidaré ese momento. Tengo tantos guardados en mi mente.
Supiste esperarme, supiste estar a mi altura, y tú me elevaste a la tuya. Me hiciste grande, sacaste lo mejor de mí, no sabes qué regalo es eso para una persona que se ha sentido "nada" en la vida. Permaneciste paciente, supiste abrir un caparazón, que a día de hoy no han vuelto a abrir. Compraste mi peor versión, y apostaste.
Sólo puedo tener palabras bonitas para lo nuestro, para ti. Porque conseguiste sorprenderme, y nadie más lo ha hecho. Porque tiraste a la basura todos mis manuales, mis teorías, mis hipótesis, te salías de toda norma. Eras todo lo que yo pedía, y te encontré. Me encontraste.
Volvería a Valencia, volvería a ser esa pólvora que tanto amas de noche y de día, volvería a ser fuego de fallas por ti, volvería a esos días, en los que no sabía que era la persona más feliz.
Patricia Izquierdo Díaz
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