martes, 5 de marzo de 2019

Respiración, ritmo y latido

Mis dedos fundiéndose con las teclas de mi piano. Suena bien, dulce, seductor, rítmico como el sonido de tu respiración que se mezcla con los latidos de mi corazón. 

Me estás mirando con unos ojos desafiantes, mientras cree que mi concentración está en el piano, y se te olvida que a través de mis pestañas te observo, cada gesto, veo como te muerdes el labio, veo tus manos, tus mejillas cogiendo color, veo en que estás pensando en tus movimientos, en el silencio... 

La partitura está llegando a su fin, y sabes que no daré el primer paso para aquello que estamos deseando. Lo piensas tan calmado como puedes, el latido del corazón se ha acelerado y lo sientes por todo tu cuerpo, y yo mientras... espero. Me muerdo el labio, agarrándome al piano para no asaltarte. 

Esto es la guerra, batallas de miradas, mordiscos, imaginación, insinuación... Mis mejillas se sonrojan solo de ser consciente de lo que tú provocas en mi cuerpo. Me agarro aún más al piano, a la silla, me agarro el corazón que empuja por salir, la respiración se agita... 

Estamos uno en frente del otro, mirándonos, sabiendo qué está pasando, jugando a desnudarnos pero solo con la mirada. Echa el freno, que aquí no hay nada... susurra una voz en mi interior, pero la mando callar, mi mente aquí no pinta nada... El corazón se hace dueño del momento. La partitura acabó hace un tiempo. Pero la música continúa entre los dos, mezcla de respiraciones y latidos. Se me seca la boca y estoy perdiendo la poca razón que me quedaba... Bésame, susurro, pero no lo escuchas, estás tan concentrado en tu propia batalla interna... ¡Hazlo! Grita mi mente... Soy toda tuya.

Y aparece esa sombra que tanto nos nubla, más que el deseo, más que el erotismo del momento. Se llama miedo... Paraliza los sentimientos, paraliza los latidos, paraliza las respiraciones agitadas, te apaga en un segundo... Te hace perder oportunidades... ¿De qué me sirven tantos juegos y miradas? Si aquí nadie se toca, si nadie hace nada... sonrió el miedo.

Patricia Izquierdo Díaz


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