miércoles, 1 de mayo de 2019

Un portal y una charla

Creo que en el mundo solo existe una relación como la nuestra. 

Ayer fue un día malo, como muchos otros, pero... creo que yo me sentía más vulnerable, las cosas no estaban saliendo como yo quería. Él me vio "en línea", siempre está pendiente aunque hayamos discutido por tonterías o por cosas no tan tontas. Eran las tres de la mañana y no podía dormir, mi amiga Cris me había estado dando conversación hasta las dos, pero después no supe más... lo más seguro es que se durmiera, ella también llevaba un día duro. 

El caso es que con una pregunta, supe que sabía ya parte de la historia, total, siempre es lo mismo... "¿Qué ha pasado, Patri?"... "Pues lo de siempre, Alex"... Esa fue mi contestación. Una contestación hizo falta para que estuviera esperándome en el portal de mi casa. Bajé en pijama, menos mal que mis pijamas no son de muñequitos, en general no parecen que lo son. Y allí estaba, con su camisa  oliendo como solo él huele.

No soy mucho de palabras, además, sabe que para mi la palabra "gracias" se queda pequeña respecto a todo lo que le tengo que agradecer. Y sin decir más, me envolvió entre sus brazos, algo forzado al principio, sabe que odio esas cosas, no me siento cómoda ante el contacto físico y más cuando yo me siento tan pequeña. El contacto físico hace que mi caparazón desaparezca, y solo ser yo. Él lo sabe, lo sabe muy bien. Y nunca lo sabrá, pero su abrazo supo a casa. Me sentí segura, me transmitió además de que no estaba sola, que podía con todo, que estaba por fin en un lugar seguro en el que nadie me haría daño. Con él nadie me hace daño. Un abrazo significan demasiadas cosas para mí. Es un calor, es seguridad, es cariño, es respeto, es apoyo, es amor, es amistad... El contacto físico de un simple abrazo, a mí me da mucho. No todo el mundo puede pretender dármelo cuando para mí significa tanto.

Estuvimos hablando hasta las cuatro de la mañana. Sé que le jorobé la fiesta y la noche. Pero nos sentimos como hace años no nos sentíamos, había unión ante las adversidades, había una amistad que pocos conocen y que menos entienden. Dejé descansar a mi mente un rato, le escuché, él también tenía que contarme. Llegamos a sincerarnos, ya os digo, como hace años que no lo hacíamos. De un día horrible, acabamos riéndonos. Y es que eso es la amistad. 

No leerás esto. Me da igual, porque ya sabes lo que pienso. Ayer lo viste en mis ojos, en el abrazo, en las conversaciones, y en mi portal. Hicimos las paces, nos prometimos luchar por esta relación sin que ninguno de los dos lo estropeé en el camino. No vamos a perdernos de nuevo. No quiero. Te necesito más que a nadie. Porque tantos años, y porque siempre te tengo aquí, a mi lado, venga quien venga, porque nadie te va a gustar, pero no te preocupes por nada, tu puesto es tuyo. ¡Y el mío también! 

Gracias por mejorar mi vida.

Patricia Izquierdo Díaz


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