jueves, 15 de agosto de 2019

¿Apuesto a qué no esperabas esto cuando te levantaste esta mañana?

Dije que no volvería a hablar del motero, pero todos vuelven. Voy a escribir el texto más sincero sobre él. Y dejarlo todo aquí escrito, porque necesito desahogarme y contar por fin toda la verdad. Ya que antes se la he dicho a él. Por WhatsApp... como odio hacer eso, pero bueno, él lo ha querido.

Le conocí un 10 de enero (es la primera fecha que recuerdo con alguien) con una amiga en una gasolinera por la noche. La charla fue tan fluida como cuando hablábamos por Instagram (el inicio de hablar con él por Instagram ya lo he contado más veces), necesitamos un café para combatir el frío. Ese día pensé que jamás le volvería a ver, yo no soy nada especial, ni guapa, ni lista, ni nada... Pensé que al verme, se iría como vino. Uno más... O uno menos. 

Me cogí a él como a un clavo ardiendo, creo que los dos nos utilizamos. Yo salía de una relación y él también. Ambos rellenamos esos huecos que dejan otros. Él se tiraba a todo lo que se movía, yo cuando le empecé a conocer paré de conocer a otros. Él empezó a convertirse en mi día a día, y era suficiente. No necesitaba ni una caricia de él, sólo que estuviera ahí. Solo le necesitaba a él.

La relación avanzó y raro era el día que no nos veíamos, él daba más, proponía más planes, yo iba con cuidado... Me estaba empezando a gustar demasiado pasar tiempo con él. "No, Patri, no. No te quiere, quiere a otras y tú nunca serás suficiente para él", me repetía una y otra vez. Una y otra vez, y otra vez... "No tiene nada que ofrecerte", y salió un viaje a Lisboa... ¡Dios mío, me hubiera quedado allí con él! La convivencia no fue mala, al contrario, como si le conociera de toda la vida. Creo que esa confianza la conseguí porque al principio, en realidad, no quería nada con él, no quería gustarle, así que fui yo misma desde el inicio.

Hasta esta parte de la historia, no había pasado nada entre nosotros. Los meses habían pasado desde enero y todos mis amigos me decían que no quería nada conmigo, que simplemente me estaba utilizando... Que sino ya habría pasado algo, eso, o era gay. Pero él seguía con su harén, así que yo seguí con mis incipientes sentimientos en silencio. No iba a perderle por nada del mundo. Y me callé. Me callé con todos, se convirtió en tema tabú, pero mis amigos no eran tontos y veían como iba sin frenos hacia una pared. El golpe estaba más que asegurado.

Hubo otro día que me dijo que se había tirado a una de las suyas... Y ese día, además de que gané una puesta, dije dios mío, ha sido peor que una bala en el corazón. Todas las que pasaban por su cama iban siendo despedidas a los pocos meses. Y a mí me merecía la pena no pasar con ella y disfrutar de él. Me he conformado con las migajas que me ha ido dando durante todo este tiempo. Mientras que esas migajas me iban enamorando poco a poco. Todas las chicas se estaban pispando del cambio que estaba dando, de mi cara al hablar de él, de mi cara cada vez que tenía un mensaje suyo. Y yo mientras, haciéndome la WonderWoman con él, haciendo el papel de cactus o cubito de hielo. ¿Yo? ¿Enamorarme de ti? ¿Serás creído? Pues sí, la amabilidad de la que tanto habla él, se paga caro. 

El 7 de junio, cumpleaños de mi amiga Belén, acepté lo que ya era inevitable negarme a mí misma, a solas no se engaña nadie. Estaba completamente enamorada de él. Pero esa noche tenía planes con otra, aunque al final la pasó conmigo. Él seguía con otras... Y yo no era suficiente. Llegaron sus problemas personales, y cuando decidí irme... No pude y me quedé con él. Sí, hubo un momento en que yo también quise huir y dejarte, motero, pero no soy como tú, y me quedé. En el peor momento de tu vida creo, ahí estuve y nunca jamás te lo echaré en cara, nunca, porque lo hice porque a mi me salió, porque... supongo... que te quería... Dices que yo he puesto límites, que yo he marcado distancias, no te has dado cuenta de nada durante todo este tiempo... Y no te has dado cuenta, que en solo unos meses, te he querido como nadie... Tu perro, tu familia, tus días plof en los que me apartabas... Y aún así, he estado ahí... Repito, no es echarte en cara nada... Es lo que sale, cuando sientes algo por alguien. Me conoces. Sabes que también lo hago por mis amigas, a las que adoro, ¿cómo no lo iba a hacer por ti? 

Te decía que tenías amigos, que yo me quedaba en segundo plano, porque yo, supuestamente, era la última de la lista... la última en llegar. Había más chicas en tu vida, más antiguas, supongo que las tendrías más cariño. Te he dejado tu espacio, he dejado que tú marcaras unos tiempos que no han existido porque tú no has sido claro. 

Después de ese 7 de junio, yo me senté a esperarte, me senté a esperar que me dijeras todo lo que me has dicho esta tarde en un mensaje... día a día... Yo ya estaba enamorada de ti. Ya no había vuelta atrás. Declararme hubiera sido el peor error que hubiera cometido, me hubieras echado de tu vida como a las otras... Igual. Y un minuto contigo, era oxígeno para lo que yo estaba pasando. Has sido mi mejor medicina y también mi peor pesadilla... Te fuiste en el peor día de mi vida, y como te he dicho antes. Jamás, te juro que jamás te lo perdonaré.

Hablando de segundas oportunidades, cierto que no creemos en ellas, pero tú y yo no hemos tenido ni una primera, así que motero, no me vendas una moto.

Y ahora me dirijo a los lectores del blog... Él se ha sincerado, yo también. Bonito, ¿eh? ¿Qué creéis que pasará ahora? ¡Nada! Porque ya hay suplente. Yo soy de las que opto por la sinceridad. Pero no hace falta que después de lo que estoy pasando por ti, me vengas a contar lo ilusionado que estás con otra, majo. O sea, es meter el dedo en la llaga, si a ti te molestan mis Pof, a mi molesta tu harén, y como ves no es de ahora, es de hace muchos meses. ¿No quieres darnos una oportunidad? Perfecto, pero no vengas a contarme lo feliz que eres. Porque yo no lo soy, porque yo sí que siento por ti, porque aún, y a pesar de mis amigas, si tú me dices ven, yo dejaría todo. Porque si yo me enterara que a ti o alguien de tu familia le pasara algo, volaría. Eso es querer a una persona. Eso es apostar por algo o por alguien. Eso no se hace en una semana, Samu, eso se crea con el tiempo. Eres libre de hacer lo que quieras por supuesto... Pero no decidas por nadie nunca más, ya que has decido por mí, y te estás equivocando, esto no es lo que yo quiero, esto no es lo mejor para mí. Yo sólo te quiero a ti. Es fácil, es sencillo y tú, como siempre, lo has complicado todo. Había planes, había un viaje a Cuenca, había un Cañón que ver... Había una bonita historia... De la que saliste huyendo.

Seguramente si lees esto volverás a cambiar de idea, y ya no querrás quedar conmigo porque cambias más de idea que de ropa interior... Pero, como siempre, decides tú.

P.D. No quería abrazarte hoy, no estaba preparada para tocarte de nuevo. No quería volver a sentir lo que se siente al abrazarte...

Patricia Izquierdo Díaz


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