Al venir de Fuenlabrada, la otra noche encontré un accidente en una rotonda... Más de diez coches, pero me quedé congelada al ver uno rojo, el que peor salió de todos, con pegatinas de coche de carreras... Unas pegatinas que me sonaban bastante... Tanto como si las hubiese pegado yo, o mi mejor amigo.
Paré mi coche en medio de todo el atasco que había... Ese coche... El rojo, y el blanco de delante, y el azul que estaba en medio del carril, los conocía. No os voy a contar nada, quien me conozca, puede hacerse una idea de qué. Y le vi a él...
- ¡No me digas que está aquí el Bollo! - le grité mientras le agarraba del abrigo - ¿Dónde está?
- No está Patri... Él hoy no está...
- ¿Y tú estás bien? - le pregunté. Él es el mejor amigo del Bollo.
- Bueno...
- Déjame verte... - le miré los ojos, el cuello, todo. A él le quiero tanto como al Bollo.
- Estoy bien, cariño. No tanto como tú que siempre estás empotrable, pero estoy bien, no te preocupes.
- ¿Lo sabe él? - pregunté.
- Aún no - me miró - ¿Sigues sin hablar con él?
- ¿Te refieres a que él sigue sin hablar conmigo? ¡Sí!
- Sois lo peor, los dos... Mira que se lo advertí. El día que os acostásteis, la jodistéis. Es así, es un hecho.
- No estoy de acuerdo... Le echo de menos, echo de menos a mi mejor amigo.
- Tienes una buena oportunidad a partir de mañana de pasarte por el taller y arreglar los cinco coches que hay aquí.
- ¿Cinco? - eran más de los que pensaba - ¿Y los demás?
- Daños colaterales.
- Ay, gitano, ¿qué voy a hacer contigo?
- Bailar conmigo una rumba, arrimaditos - se rió al ver mi cara - ¡Mira que eres rancia!
- Me voy a casa... ¿Seguro que estás bien?
- Que sí, pequeño cactus. No le sigas nada a Superman, ya se lo comunico yo al ritmo del cajón.
Me subí al coche, y mi sensación no fue mejor que la que había tenido al bajar. No son mis amigos, son conocidos, pero yo he estado montada en esos coches, ellos me han enseñado muchas de las cosas que sé de la mecánica. Con ellos he pasado largas tardes preparando coches, uno tras otros, y algunas motos también. Ellos han formado parte de mi y de mi gran pasión del motor, y al ver eso... El corazón se para y la sangre se enfría. Y ya no lo ves como antes.
P.D. Para los que preguntáis si las historias de mi blog, son reales, he aquí las pruebas.
Patri Izquierdo Díaz
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