miércoles, 8 de abril de 2020

Mañanas de cuarentena

Voy a intentar no decir nada y decirlo todo. Llevo toda la mañana hablando con Belén. La echáis de menos en el blog, pero es que hay muchos ojos que leen estas palabras. También te digo una cosa, cari, que los den a todos por culo uno a uno. Que lo que contamos, decimos y opinamos, es tan respetable como lo que ellos puedan opinar. 

Quiero decirte unas cosas a nuestro modo, con "testamentos" largos, muy largos, en los que algunos solo ven líneas infinitas que seguramente no digan nada, o que podríamos haber hecho un esquema o un resumen del contenido. No estamos en el cole y las cosas hay que soltarlas, porque como dices tú, lo que no sale, se enquista. 

Solo vengo a recordarte la tía fuerte que eres. El huracán, la follonera que se come el mundo y le planta cara sin pensar en las consecuencias, ese tren que va a mil por hora cuando alguien de su círculo te necesita, o no, pero ahí estás. Manteniendo las distancias para no ser pesada (que nunca lo eres), pero estando pendiente de todos. Ahora es tu turno. Ahora te toca a ti lamer tus heridas y tirar adelante. Has ganado o has perdido la guerra, no lo sabemos aún, dejemos al tiempo hablar. Pero has hecho todo y más de lo que podías hacer. Fin. Se acabó. Te necesitas a ti para enfrentarte a todo lo que viene. Al cambio de vida que has elegido, a montarte una avión con billete de ida, pero no de vuelta. A empezar de cero. Y te necesitas fuerte, como tú eres, sin nadie que te haga flaquear, sin esa persona que te vuelve loca solo escribiéndote porque finge no enterarse de nada. ¡Que le den! A él y a todos. Porque eres una valiente que ha decidido borrar todo, cerrar círculos e historias y mirar a Alemania a los ojos. Van a flipar los alemanes con la de Cuenca. No saben lo que les viene.

Y es hora tía, de construir una vida, que es muy complicado, y para eso te necesitamos fuerte. Nadie te va a abandonar. Nadie. De eso puedes estar segura, pero allí no vas a tener a tus pilares fundamentales 24 horas. Pero eso no me preocupa, sé que podrás con ello y con mucha más. Me preocupa tu criptonita, esa que te pone la cabeza como un bombo. Y que en Alemania no te puedes consentir venirte abajo. Porque estás allí para empezar de cero. 

Sé que no estamos pasando por un buen momento, yo estoy perdiendo a mi familia. Recibiendo llamadas de que está estable y a las dos horas de que se han ido para siempre. Sé que el estar encerrada en mi casa, es... Complicado, eso ya lo sabes tú. Pero voy a hacer todo lo que pueda para estar ahí. No estaremos de acuerdo miles de veces, ya te lo digo, porque aunque nos parecemos en ciertas cosas, somos muy diferentes. Y da la casualidad que en nuestras similitudes, están los defectos. Cada una lucha por su idea con dientes y garras, tenemos el carácter de ser huracanes y arrasar a nuestro paso... Y el orgullo, ¿qué me dices del orgullo? Es verdad que se nos pasa, no olvidamos, pero si nos relajamos... ¿Y qué hacemos? Escribimos textos muy grandes. Sabes que tienes siempre aquí  tu blog, a mucha gente esperando leerte por si necesitas gritar al mundo que estás harta de todos y cada uno de los componentes de la Tierra. Y que me tienes a mí, para decir, oye, fíjate lo que me ha pasado. Y enterraremos el cadáver que haga falta.

Son días complicados en los que faltan abrazos y besos, y mirarnos a la cara para contarnos todo esto. Pero tenemos un beso por cada día que no nos hemos visto pendiente. Y ya me encargaré de dártelos cuando te vea. Espero que estas palabras te animen y sientas la admiración que siempre te he tenido y la que siempre te tendré, porque aunque nos pasen mil cosas, que entre tú y yo tenemos una serie de Netflix asegurada, ahí estamos... Siempre una vez más.

Ya de paso, te agradezco todas tus palabras aunque digas que no se te da bien consolar ante tantas pérdidas, simplemente el recibir un mensaje mientras estás llorando de "¿cómo estás hoy?" Es muy reconfortante. Mucho. Es estar ahí, y creo que es el mejor regalo que una amistad puede dar. Lo demás son complementos. En las mejores casas se discute, solo que tú yo lo hacemos muy acaloradamente y hasta dejarnos sin aliento defendiendo nuestras posiciones. Supongo que es otro precio de la amistad, tener la confianza plena de ser como somos, y aún así poco a poco irnos o moldeando y simplemente respetando.

No me lío más, pero cari, cuenta con este caos que tienes como amiga para lamer heridas, comprar un vuelo, tomar un helado o hacer el imbécil en algún momento dado. Y también discutir, que eso mola, piensa en las reconciliaciones... Ya sabes que te quiero un mundo y una cuarentena.

Patri Izquierdo Díaz


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