Valentina llegó al mundo con un poco de retraso. Ya llevaba mucho tiempo con ganas de vivir ese momento.
Traía mucho pelo y le faltaba un poco el aire de tanto esfuerzo. Piel con piel. Besos contra besos. El primer pañal y buscando el pecho.
Al poco tiempo conoció el hogar, tocaba adaptación. Algún lloro que despertaba a los vecinos y muchas noches en vela. Glotona y sonriente, nos sacaba toda la ilusión que acumulábamos dentro.
Valentina coleccionaba esbozos en su cara. Todavía no encontraba el gusto al baño calentito ni al patito. Todo el mundo quería verla y flipaba con su melena negra. ¡Maldita!, que nunca lloraba con las visitas.
Cada vez más fuerza en sus piernas y en su cabeza.
Intentando erguirse. deseando hacerse mayor sin reloj.
Valentina tiene toda la vida por delante. Pero nos tiene a todos conquistados desde el primer segundo.
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