Un poco eso de pedir croquetas caseras o un japo en Just Eat. Un menú del día en cualquier parte del mundo. Un poco de fruta antes de dormir. Un día de playa que siempre se nubla.
Un callejear sin rumbo. Por las calles de la ciudad o las de tu piel. Un caminar sin sentido. Alguna serie para dos, con cien capítulos. Una película que no se quede nunca a medias. Ser el peor copiloto de la historia. El bote de champú roto al resbalar de placer.
Algo parecido a esa cola larga de mucha espera por estar con alguien, aunque sea un minuto. Eso de caminar una hora con lluvia por estar con alguien cinco minutos. Esa fe ciega en alguien a largo plazo. Alguien para recorrer el globo terráqueo. Alguien que, aunque algunas veces se enfade realmente, no quiera irse NUNCA.
Alguien que, cuando le gane el cansancio, se apoye en tu espalda. Alguien que te quiera con todo lo que tenga, sea la cantidad que sea.
O soñar que no se cuelan más mariposas en casa por dejar la ventana abierta y la luz encendida. Con las mías ya no tienen sitio.
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