Cuando todo empezó, yo no sabía que había un agujero negro tan profundo.
Ese que se crea cuando algo se acaba. Da igual el tiempo, importa más la intensidad.
Justo cuando crees que ya nadie te va a volver a querer igual, que el resto del mundo te mira raro.
No te encuentras igual al cerrar los ojos, la comida entra menos, y las ganas andan por ahí desperdigadas.
Un pozo, en forma de agujero irreal, que hace que hasta las cosas que más ilusión te hacían suenen aburridas.
Agujero donde toca volver a empezar, y parece que nadie lanza cuerda.
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