Eso intentamos. Olvidar buscando otros ojos. Otras manos. Que ni miran igual ni son tan suaves.
Volvemos a quedar para ir al cine y dejamos que elijan. O tomar algo en sitios que aún no habíamos pisado. Intentamos cerrar los ojos y sentir lo mismo. Nos escuchamos gemir en esta otra primera vez y no suena a deseo.
Pero ni aparecerá a las tres de la mañana de un jueves ni sonarán igual de bonitos sus "te quieros". Ni sus manías, esas que odiabas, son parecidas.
Y, aun así, hay días que escuchamos una voz que nos recuerda a la suya y nos sobresaltamos. Difícil de explicar, pero día tras día es así.
Y bueno, no nos va mal, pero ojalá nos crucemos. Y luego tengas que verme de otra mano. O peor, yo a ti de otra. Otra mano que no sabe cuántas veces hemos pasado por su portal, por si salía de casualidad. Me vuelven a besar, cierro los ojos. Ya no se me cierran solos.
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