¡Buenos días!
Cuánto tiempo sin escribir y qué necesidad de poder estar un ratito a solas con mis teclas y con música de relax de fondo.
Como ya os conté, empezaba una nueva etapa de mi vida, ¡y no he parado! Ya tengo una nueva casa y prácticamente terminada de decorar. Al principio, sentía como que estaba con Javi en cualquier habitación de hotel. Ahora, siento que cada rincón, es parte de nosotros y de nuestra historia, aquella que empezó el 11 de septiembre de 2020.
La mudanza no ha sido nada fácil, ha sido a nuestra manera, es decir, con miles de dificultades y cambios de última hora que nos han hecho perder la razón y muchas veces las formas y la paciencia. Pero ya estamos aquí. Además, a esto, tengo que sumarle mi pie que no termina de curar y porque me da vergüenza llorar, sino estaría llorando cada noche. No deja de dolerme cada vez que intento andar, moverme, pasear, etc... A todos estos cambios, le tengo que sumar que echo de menos la escuela, a mis compañeras y a los nenes. Echo de menos llevar una rutina más estable.
Pero dentro de lo que cabe, intento seguir todas las indicaciones que el médico que me dijo y reposo, como ya os digo, todo lo que puedo dentro las circunstancias que tengo.
La casa ha quedado preciosa, y no echo de menos a Leganés tanto como pensaba, ni mi vida anterior. Aunque, os tengo que confesar que el cambio me costó más de lo que hubiera imaginado. ¿Y quién sufrió las consecuencias? ¡Pues Javi! Siempre sufre la persona que más queremos, precisamente porque es la que está al lado.
Por un segundo, pensé que mi relación se iba a la mierda, así de claro. Por un momento en la noche, pensé que habíamos tocado fondo. Pero las noches para mí son esenciales. Es cuando mi cerebro se ordena y ante cualquier negativa, mi mente comienza a razonar, y es que a solas, nadie se engaña. ¡Nadie! Y la verdad más absoluta que os puedo confesar, entre vosotros y yo, es que es a la persona que más quiero en el mundo, y mi falta de adaptación a los cambios, no iba a poder con el amor que siento por él.
Pero fueron unos días que no se los deseo ni a mi peor enemigo. Sentí que toda mi vida se esfumaba en cinco minutos. Todo por lo que habíamos luchado se iba por el retrete, ni siquiera era una manera digna de acabar una historia, hubiera sido un final peor que el de los Serrano. Y me hubiera arrepentido toda la vida de haberme autodestruido a mi misma de tal manera. Así que aquí estamos, expectante a ver el siguiente capítulo, esperando hacia donde nos lleva la vida, pero siempre de la mano de mi macarra.
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