Cada día eso, ese antílope en el pecho y estas ganas animales de vivir, de esperar que algo pase, que algo me traiga una alegría de bolsillo o la fiesta de la vida a mi portal.
Cada día espero eso, un trallazo de felicidad, un poema inesperado, un encuentro que ilumine, un concierto, una canción, una buena llamada de mi hermano.
En eso consiste mi vida, en la espera constante y paciente —al modo en que los pintores viven trazo a trazo— de que cada día algo emocionante pueda suceder.
Por eso vivo, eso me mantiene el alma en pie.
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