Sé de tus olores, de ese que se queda en la cama cuando la dejas solo para mí.
Conozco a la perfección tus gustos, tus manías, tus miedos, tus ganas tras un abrazo a la espalda.
A menudo reconozco tu olor en el metro, y no estás. Río tus gracias en mi mente; y vuelvo a respirar del aire nuestros recuerdos, nuestros bares, nuestras playas...
En ocasiones se me escapa tu nombre, y tal vez crea sentir tu tacto por la noche.
A fin de cuentas, una vez más, estás.
O quizá ya no.
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