En su día, el pirata Nicolás tuvo miedo de navegar.
Y quién puede negar que alguna vez no ha tenido miedo a navegar por la vida.
Sobre todo en esa época que aún no sabemos de qué pie cojea ella.
Sabemos que el miedo usa como escudo el aprendizaje.
Pero lo que él no sabe es que no hay mejor escudo que el de un padre, o una madre.
Que si alguna vez falla ese escudo, la inocencia te convierte en valiente.
Que aprender es un juego de niños y que nosotros, los adultos, nos hemos olvidado sus reglas.
Ésas de que cuando caes, tienes que levantarte.
O ésa de no mirar atrás, si el objetivo está delante.
Así que si en su día tuvimos miedo a navegar, hoy es un buen día, para ponernos de nuevo el salvavidas de la niñez para volver a aprender.
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