Dame una cita con derecho a roce, a goce y lo que surja.
Dame una tarde que invite a la noche y más allá, para compartir nuestros vicios y vernos de cerca.
Dame solo un día, una hora, un lugar, un planeta... para una cita. Y ya no necesitaremos ni el reloj ni los astros, ni siquiera los pies en la tierra, para saber en qué punto estamos.
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