Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.
CORTÁZAR
Porque su primera mirada buscaba ver lo que a nadie más le importaba, porque abrió las puertas de una parte de mí que guardaba bajo llave, que tiré al mar y que, con el pulmón en el puño, rescató.
Porque su lado de la cama no se peleó con el mío ni siquiera en la primera noche, porque le gusta cada pliegue de mi cuerpo, y protesta si se entera de que anoche no cené.
Por su risa, esa que calma todos los problemas, que rompe la rutina, que resuena entre la lluvia de agosto, que ensordece los agobios cuando no sales las cuentas.
Porque sus lunares me guían en la noche, porque cuando vi la luz, por primera vez, él desnudaba otros cuerpos mientras yo ya le buscaba.
Porque mata las prisas, quema los miedos, ata las dudas, y consigue que veinte años sean solo un cúmulo de historias que me cuenta, desnudos, mientras afuera llueve.
Porque quiere ser un chico malo, y no sale, y levanta el puño y yo me río, y cambia el mundo desde mi cama.
Porque sí, porque es la lluvia que me moja, el verde de mi infancia, el mar de todo deseo... Le quiero, porque le quiero.
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