Cuando veas a alguien mal:
- Nunca, pero nunca, le digas que no pasa nada.
- Abrázale. No te imaginas cuánto lo necesita, y lo que le sana un abrazo.
- Hazle sentir que estás ahí.
- Quédate a su lado en silencio cuando no quiera/pueda hablar.
- Anímale. Hazle reír. Distráele. Tener la mente despejada siempre ayuda.
- “Eso son tonterías”, es lo peor que puedes decirle. Nunca sabrás cuánto le influye a alguien eso que para ti no tiene importancia.
- Empújale hacia adelante. Y no dejes que mire hacia atrás.
- Mide las palabras. A veces eso es un rollo, pero créeme, cuando alguien está roto, lo más insignificante puede desanimarle.
- Ayúdale todo lo que puedas. Y cuídale.
- No dejes que se rinda. Sin embargo, déjale llorar todo lo que necesite.
- Si se rompe, tan solo quédate hasta que se recomponga.
No tenemos la receta secreta para que alguien que esté mal deje de estarlo. Pero existen muchas maneras de hacerle ese camino un poco más ameno.
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