¿En serio? ¿Las hormas? ¡Qué originales sois! Al próximo que me diga eso le dejo sin dientes.
Hay más cosas en la vida que te hacen estar de mal humor. No hay nada más machista que decir, "¿tienes la regla?". No, simplemente que a veces pensamos más de lo que deberíamos. Primero, nunca he aguantado el calor. Para mí 20º es estar en pleno Sahara. ¿Y qué solía hacer? Huir al pueblo. Este año se ha adelantado el calor y mi huida, retrasado. Ahora mismo debería estar tomando el sol, viviendo en bikini y viendo como las cerezas engordan. Pero lo único que engorda aquí es mi tripa.
Todos sabéis de mis problemas con la alimentación, el ejercicio, el mantenerme siempre en forma, no delgada, pero sí en forma. Me he agarrado a la talla 38 como a un clavo ardiendo, y ahora mismo, por más que me muevo (que tendría que estar en reposo) solo engordo. Y diréis... "pero es que estás embarazada". Sí, y sé cómo va, sé que esta tripa no estará de vuelta hasta dentro de unos meses, pero no puedo evitar mirarme al espejo y sentir ese rechazo que siempre he tenido cuando he visto algún kilo de más.
Algo que me está dificultando mis rutinas de ejercicio es la neumonía. Cada semana que el médico de familia me ve, me envía a urgencias sin oxígeno en sangre y por respirar como Darth Vader. ¡Estoy harta de no poder respirar! De hablar y estar tosiendo porque ni siquiera puedo mantener una conversación y de estar escuchando: "Paracetamol y reposo". La última vez en urgencias me narraron una larga lista de medicamentos que debería tomar para curarme en poco más de quince días... Codeína, Urbason, Ibuprofenos, aerosoles varios, antihistamínicos, etc. Todos incompatibles con el embarazo. Así que la doctora, volvió a decirme... "Acostúmbrate a toser que vas a estar nueve meses haciéndolo". La ginecóloga estuvo mirándome la tripa, tengo lesiones en las costillas de llevar más de un mes tosiendo como si mi vida fuera en ello. Lo que me impide dormir, tumbarme, sentarme, reírme... Lo que me mantiene con dolores insoportables todo el día.
Mi embarazo era de diez. Cero síntomas. Ahora, en pleno segundo trimestre soy un nido de nauseas, posiblemente provocadas por la tos, pero el malestar que genera, concretamente en las costillas, me tiene medio muerta. ¿He nombrado al calor? ¿El dolor insoportable del pecho? ¡Ah! Y tensión súper alta provocada posiblemente por la neumonía... Y si a eso le añadimos que si dejo de tomar el Paracetamol vuelve la fiebre... Perdonarme si no estoy en mi mejor momento.
Súmale, un niño y una perra esta semana, más las oposiciones, los resúmenes, el madrugón del sábado para ir a examinarme, la ropa que no me entra, los que haceres de la casa... Lo raro es que conserve el pelo y no haya explotado. Y no, no tengo ganas de llorar, no estoy sensible. A mí las lagrimas se me acabaron hace mucho tiempo (por mucho que algunas personas me llamen "llorona"). Pero llevo una vida de reposo que no es la mía. Una vida de estar en casa, porque si salgo a la calle, el calor me derrite haciéndome sangrar la nariz y bajándome la tensión hasta el mareo.
Pero... Paracetamol y agua, y por favor, sonríe, que siempre estás de mal humor. ¿Perdona? Más varios frentes abiertos de los que no puedo hablar y seguramente me deje alguna cosas, pero vamos, creo que os podéis hacer una idea de lo que estoy pasando... Y no está siendo bonito. Está siendo una mierda. Todo. Y para colmo, el único paseo que doy, que es el de ir al médico a los controles de oxígeno y tensión, ayer me di la ostia del siglo, sí. De esas caídas que si alguien la grabara la única que no se reiría sería yo. Tengo las rodillas como la de los niños, llenas de raspones. El pie del eterno esguince del tamaño de mi cabeza... Si pensaba salir a pasear en algún momento, también se acabó.
Es desesperante y no puedo más. No puedo con tanto. Y no, no voy relativizar nada, porque no quiero mariposas alrededor que me digan qué tengo que hacer puesto que yo no lo hago. Paso de ser consejera de nadie. Es más, estando como estoy, estoy pasando del mundo entero y todos sus habitantes. Siento una frialdad hacia todos ellos que prometo que ni me enfado. Es que me daría igual que mañana se acabara el mundo a causa de un meteorito.
Hay una frase que digo mucho y a Javi no le gusta... "A saber dónde estaremos...". Y es cierto, a saber... Nadie tiene una bola de cristal ni unos caminos escritos. No hay nada escrito de nadie. Por eso me aterran los regalitos que me están haciendo del bebé. ¿Quién sabe qué puede pasar? Pero bueno, mis amigas, como siempre, están pasando de mí... Es inútil decir nada. Sonia mirando cunas, Laura regalándome la silla de paseo, cambiadores, almohadas, ropa, chichoneras... De todo, y sé que cuando baje a su campo, va a venir cargadita de cosas para el bebé, y de paso, más cosas para Cuquito. La verdad es que si no fuera por ella... A veces estaría muy perdida en muchas cosas. Muchas, no solo en las necesidades de bebés, que en ellas, me manejo bastante bien.
Creo que lo mejor de esta época, y de haber vuelto a Leganés, es que soy más independiente. Desde que llegué aquí, no he cogido el coche. Me aburro, pues me voy a dar una vuelta. Llamo a Laura, a mi padre, a mi hermano, a amigos. Salgo y me encuentro con mi gente. Voy a mis sitios de toda la vida. Salgo y ando por la ciudad que me ha visto crecer y la que verá a mi bebé. Leganés, estoy aquí, de nuevo. Y es que una pepinera siempre vuelve a sus raíces.
Viniendo del médico (menudos planazos, ¿eh), me encontré con una vecina de mis abuelos de toda la vida, estuvo hasta en mi comunión. Me dio la enhorabuena por el embarazo y me decía..., "qué contenta estaría tu abuela. Eras su medicina frente al cáncer. Y tu abuelo también, qué pena, cómo pasa el tiempo...". Pepineros..., ¿qué os voy a contar? Saben de mí, de toda mi familia, de las seis generaciones que hemos pasado por estas calles. Y es bonito, emotivo. No es nacionalismo, ni mucho menos. Es hogar. Es saber que no estás solo y nunca lo estarás. Que la familia es mucho más grande que la de sangre... que se extiende hasta personas que nunca sospecharías. Pero que el cariño que te tienen, viene de muy arriba, de muchos años atrás... Y sí, es bonito.
Es lo único bueno que puedo sacar de este momento como veis. Lo demás, empieza a superarme. Y la frialdad que me caracteriza, está volviendo a ser mi armadura. Javi lo odia. Odia esa indiferencia con la que a veces me muestro, esa frialdad en la que me manejo bien y finges que nada te importa, porque ha de ser así, porque has de sobrevivir a ti misma y a todo lo que te rodea y no te gusta... Porque la otra opción es huir... Todos pasamos por momentos, procesos, cambios, y no son las hormonas, insisto. Son las circunstancias. Y las afrontamos como buenamente podemos, hemos aprendido o nos han dejado. Ahora mismo tengo batallas internas con las que librar, y las de los demás, me dan bastante igual. Es egoísta. Pero aquí vinimos solos, y nos iremos solos. Primero has de estar bien tú para estar bien con el resto y quien no lo entienda, es su problema. Pero una cosa os digo, prefiero refugiarme en mi hielo a solas, que estar jodiendo al prójimo por tener un mal día, que mucha gente lo hace.
Contando lo días para volver a mi sitio en el mundo... a mi lugar en las montañas, donde dejas abajo todos los problemas, y la felicidad está un poquito más cerca.
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